El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
ANTONIO DYAZ PREPARA UN DOCU DONDE 20 PERSONAS GRABAN SU PROPIA MUERTE EN SOLEDAD
Mientras lees estas líneas estás muriendo, poco a poco. Estás en silencio, tal vez en soledad, y tus células pierden juventud a cada palabra que interpretas. Y sigues en silencio. Y en el momento más inesperado la muerte tocará tu hombro, no te dará ni tiempo a sorprenderte: es tu turno. Porque morir de aburrimiento también es posible.
Algo así pretende mostrar el director de cine, Antonio Dyaz en su película 'Solo (20 ways to die alone)': gente que muere sola, como guinda final a su rutina. Estamos acostumbrados a un tipo de cine que juega muy poco con la frontera entre realidad y ficción, y por eso cuesta entender a qué nos estamos enfrentando con esta película, que no es 100% documental, ni es 100% ficción. Es más bien una performance.
Esta extraña película trata de explorar la vida de 20 personas que viven en soledad en varias partes del mundo, y que en algún momento morirán como parte de sus quehaceres humanos. Así veremos que “dejarse” morir en Rusia, Suecia, Uruguay, Australia y España tiene mucho en común, y sin embargo es algo en lo que pocas películas ahondan.
Antonio Dyaz ha enviado 20 cámaras GoPro a 20 lugares del mundo con un manual de instrucciones para que los voluntarios se filmen a sí mismos en soledad, para que muestren cómo son sus vidas de forma rutinaria y se olviden de que la cámara está ahí. Y esta rutina, a veces voyeur, y a veces soporífera, culmina con el momento de la muerte de todos ellos. Mientras tanto se les habría visto comer, dormir, ducharse, jugar con el perro y abandonarse al onanismo.
La película cuenta con la participación del escritor Fernando Sánchez Dragó, que grabó su propia muerte en Castilfrío (Soria), y de Coque Malla (que ha compuesto la banda sonora del documental).
Todo es “real” menos el momento de la muerte. Pero precisamente, ese “despegue” tiene que ver con el ritual de la performance. Cuando los voluntarios se acostumbran a hacer su vida delante de la cámara, deben elegir e interpretar cómo morirán, en soledad.
Hay varias opciones, definidas en el manual que Dyaz ha redactado para los voluntarios y que reciben junto a la cámara. Deben elegir si morir de repente, por muerte natural, por electrocución, caída en la bañera, intoxicación, caída aparatosa, inhalación de gas, aburrimiento, sobredosis de droga, ahogamiento, asesinato, asfixia...
El gran spoiler de esta película es que al final todos sus personajes mueren. Pero lo valioso es el proceso en el que el espectador va conociendo a sus personajes, empatizando con su soledad, rarezas y filias, hasta que llega el pudoroso momento en el que el actor/personaje toma en secreto la decisión de morir: de que ahora la realidad dejará paso a la ficción. Y dentro de su intimidad, solo observada por los espectadores, pegar un traspiés monumental en la bañera y desnucarse.
Este largometraje colaborativo está ahora en fase de postproducción aunque todavía no han muerto todos sus protagonistas. Faltan por recibirse las muertes de los voluntarios de Suecia, Japón y México. Pero, para alegría de muchos: Sanchez Dragó ya ha muerto, y podremos verlo cuando la peli se estrene.