El emotivo momento en que un niño paciente de cáncer se reúne con sus hermanos tras seis meses en el hospital
Y ‘GODLESS’ TE LO DEMUESTRA CON UN PERSONAJE
Ser mujer en un mundo de hombres como lo era el Viejo Oeste no era nada fácil. Si además eras lesbiana y feminista, la ecuación o la existencia, según se mire, se complicaba aún más. Miradas reprobadoras, comentarios de todo tipo y una incomprensión generalizada que recaen en un mismo personaje de la miniserie ‘Godless’. Ella es Mary Agnes, viuda, lesbiana y feminista.
Interpretada por una sobresaliente Merritt Wever, el suyo es uno de los personajes más interesantes, mejor construidos (aunque habría merecido aún más protagonismo del que tiene, que es bastante) y más fuera de los clichés del primer western de Netflix. Ese que es más femenino que feminista, que no es lo mismo. Hasta su propio creador ha intentando en varias entrevistas distanciarse de la etiqueta de ‘western feminista’ que le han colgado al otro largo del charco.
Godless lo que es, en realidad, es un western con todo lo que tiene que tener un western pero que se arriesga, hasta cierto punto, introduciendo algunos personajes femeninos que destacan por encima de los masculinos, que se salen de los arquetipos del género y que atraen al espectador. Es el caso de Maggie, hermana del sheriff y viuda del alcalde que cuando pierde a su marido vive una segunda vida dando rienda suelta a su yo escondido hasta entonces.
En un nuevo mundo sin casi hombres –un accidente en la mina sesgo la vida de prácticamente toda la población masculina en edad de picar piedra–, ellas son las que deben coger las riendas de La Belle para que este salga adelante. En ese pueblo abandonado, alejado de las vías del tren en el que las mujeres toman, por necesidad, el mando, Mary Agnes se libera.
Aparca vestidos, enaguas y corsés y se enfunda el que otrora fue el vestuario de su marido. Una actitud que le causa más de un encontronazo con su hermano, estrecho de miras. “¿Llevas los pantalones de Albert? ¿Llevas su sombrero? ¿Por qué?”, le interroga en casi la primera escena de ‘Godless’.
La respuesta de ella es tajante: “Alguien tiene que encargarse de todo”. Una frase cargada de significado. En un mundo gobernado por hombres, ese atuendo lo significa todo. Ella, a través de la ropa, se libera de las cargas, de las convenciones y coge las riendas de una vida que hasta ahora no le pertenecía. “Estás ridícula”, le responde Bill.
“¿Ya te has puesto un vestido? Pues deberías, y un corsé de paso?”. Esas pocas palabras lo simbolizan todo. Dan testimonio de lo que era ser mujer en el Salvaje Oeste, con ese vestuario tan incómodo, encorsetadas dentro de su papel de esposa y madre, sin poder liberarse de él y ser algo más que eso, una etiqueta social, una mujer florero. El vestuario como símbolo de opresión para la mujer.
Ella se ha liberado y ahora, viuda, sin hombres a su alrededor que busquen ocupar el lugar del marido fallecido, se siente libre y no esconde sus sentimientos hacia esa prostituta reconvertida en profesora de la que está enamorada. Ambas se atraen y se cuidan, pero también han de soportar, sobre todo Maggie, los comentarios de quienes no entienden que dos personas del mismo sexo se enamoren o que una mujer pueda llevar pantalones. Ni siquiera entre ellas. Una de las más estrechas colaboradoras suyas al frente de La Belle, la dueña del hotel, le recrimina en una ocasión no haberse puesto un vestido para recibir a sus salvadores. Hombres, claro.
Esos pequeños gestos y grandes frases feministas
A este personaje su entorno le critica por todo. Por su atuendo, por su sexualidad y también por su libre pensamiento. Sin embargo, su fortaleza de carácter para enfrentarse al mundo es reclamada cuando hay que defender el fuerte. En una época en la que una mujer culta, independiente y con ideas propias está mal vista, ella marca su territorio sin complejos. Cita a Shakespeare y, por extraño que les parezca a los forasteros –que la tachan de “independiente” en todo irónico y condescendiente–, al enviudar recupera su apellido de soltera. Pequeños gestos feministas, podría llamárseles.
Pero hay más, grandes frases que son toda una declaración de ideales y que emanan feminismo en cada fonema. De hecho, si se puede aplicar el término feminista a ‘Godless’ no es al conjunto en sí de la serie, si no a este personaje concreto.
Hay dos momentos clave en su evolución. Mary Agnes es una mujer más de actuar que de grandes discursos, pero cuando habla, sentencia. Además de sus actos, hay dos frases que la definen. Una la pronuncia cuando su hermano le echa en cara que, según él y desde que se acuesta con mujeres, ya no es la misma. “Ya no eres maternal como antes”, le espeta.
Entonces es cuando ella le deja las cosas claras. A él, y al espectador por extensión, sobre qué piensa de lo que significa ser una mujer en el Viejo Oeste y porqué no comulga con la imagen que le intentan imponer. “Yo amaba a mi marido, descanse en paz, y quiero a William y Trudy, pero odio que para nosotras la felicidad se reduzca a la maternidad y a cuidar de los demás”.
Esa es una. La otra se la escupe a la cara a un detective que llega al pueblo en busca de la esposa fugada de alguien argumentando que esta debe hacer lo que el marido le diga. “No sabía que dar el sí supusiese perder la propia voluntad”. Pura ironía. Porque en realidad es lo que se esperaba en aquella época. Ella, su personaje, no lo cumple y de ahí las miradas de reprobación y los comentarios continuos sobre su atuendo, que para ella se convierte en su seña de identidad, en su forma de romper unas reglas con las que no está de acuerdo, en reivindicarse como persona.