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Nueva moda
Lo último en tattoos en realidad es una costumbre centenaria que se ha puesto de moda. Aquí te contamos todo sobre los tatuajes intraorales, y algunos consejillos si estás pensando en hacerte uno.
Cualquiera que se haya hecho un tatuaje sabe que no es una experiencia a priori agradable. Dependiendo de la zona en la que te lo hagas, el dolor va de "joé vaya mierda" a "¡esto es insoportable!", también según cuál sea nuestro aguante. Lo que debe ser una cosa indescriptible es hacerse uno dentro de la boca.
Zendaya recuperó temporalmente la moda de los tatus en los labios gracias al que lucía en la serie 'Euphoria', cuando se puso el nombre de Jules (su crush, interpretado por Hunter Schafer) precisamente en esa zona. Pero no estamos hablando de eso.
Los tatuajes intraorales más complicados son los que se hacen en el paladar, y desde hace unos años, revistas como el Journal of Cutaneous and Aesthetic Surgery han reportado un crecimiento exponencial de los mismos. Los clientes quieren símbolos casi imposibles de detectar, y el público es mayoritariamente adolescente.
Conocidos desde hace siglos, en la antigüedad se utilizaban entre grupos religiosos para reconocer a los miembros de manera muy discreta. Hoy, sobre todo, se usan para tener un recuerdo para toda la vida en personas que sobre todo no quieren que sus padres se enteren.
En realidad se trata de un tipo de tatuaje muy poco recomendado hasta por los propios tatuadores, ya que la tinta se degrada mucho más rápido que los que están sobre la piel.
De hecho, hay artistas del gremio que los consideran temporales, y requiere, de manera ideal, que el cliente haya pasado antes una revisión del dentista para descartar o seguir adelante con el procedimiento.
Además, aunque se les considera un tipo de arte bastante seguro, pueden surgir complicaciones al tratarse de una zona tan sensible. Mucho más si no hay una higiene correcta del paladar o si este tiene una forma más irregular de lo habitual.
Si aun así quieres seguir adelante con el proceso, tienes que saber que efectivamente duelen. El nivel de dolor varía según el paciente, pero no tanto el precio. Los tatuadores que se atreven con esta disciplina suelen cobrar a partir de 60 euros por un dibujito ahí dentro, y deberías desconfiar de aquellos que lo ofrecen por menos dinero.
Con todo, se trata de un proceso que también requiere cierta curación, y no se puede aplicar un plástico como se hace en otras zonas del cuerpo. Si con todo esto quieres seguir adelante... solo acuérdate que un tatuaje es para toda la vida. Y que un tatu en el paladar es imposible que lo veas directamente con tus propios ojos.