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Voy camino de ser una ‘Cougar Woman’

Me temo que me convertiré en la próxima Madonna porque a mis 34 años me gustan los jovencitos

Tanto escuchar que a los hombres les gustan jóvenes, me arriesgué a probar el dulce néctar de un becario de 21 años (cuando yo tenía 31) para intentar averiguar qué tiene la juventud que, a algun@s, nos vuelve loc@s.

Voy camino de ser una ‘Cougar Woman’ Pexels

Siempre he estado con hombres mayores que yo. Vamos, que como diría Becky G, “A mí me gustan mayores”. ¿Por qué? Ni idea, pero lo cierto es que mis compañeros de vida sexual (nunca he tenido pareja estable en el sentido más tradicional del amor) me superaban en edad, como mínimo unos siete años.

Sin embargo, un día cuando trabajaba para un medio de comunicación en una redacción llena de lo que llamo yo “dinosaurios del periodismo”, llegó a hacer prácticas un lozano y joven mozo que tenía toda la vida por delante. A ver, yo también, pero una década nos separaba. Hasta ese momento nunca me había fijado en chicos que no hubiesen nacido cuando yo ya había hecho la Comunión.

Sin embargo, Julio me llamó la atención en cuanto puso un pie en la redacción. No era especialmente guapo, pero su cuerpo rezumaba vitalidad y sus músculos, propios de alguien que no va al gimnasio pero que juega al fútbol con sus colegas del barrio, me hicieron tilín en cuanto lo vi. Es decir, me entró por los ojos.

De primeras pensé que solo sería algo físico porque, ¿qué podría aportarme a mí un becario de 21 años recién salido del horno universitario? Pues mucho.

Lo nuestro comenzó como un tonteo. Él me miraba, me dejaba notas en la mesa, intentaba rozar su brazo contra el mío cuando nos encontrábamos por el pasillo. Así pues, a las pocas semanas estábamos dando rienda suelta a nuestra atracción tras compartir unas cervezas post cierre de edición una noche cualquiera entre semana.

El sexo no fue gran cosa, he de decir, pero su cuerpo y sus ganas de darlo todo me bastaron. ¡Qué manera de querer venirse arriba con todo el equipo! No dio nada por hecho. No sé si me explico. Cierto es que a veces me sentí un poco rollo maestra-alumno. Pero amigos, un alumno que tiene unas ganas enormes de complacer y que no tiene nada que perder.

En cuanto a las conversaciones que manteníamos, resultaron ser bastante interesantes. Su frescura y sus ganas de cambiar el mundo chocaban con mi apatía y mi desencanto general propio de la edad. Creo que durante uno de estos enfrentamientos dialécticos/intelectuales me di cuenta, por primera vez, de que ya no era joven.

Mi voz no tenía la energía de antes ni mis pensamientos eran ya revolucionarios y/o reaccionarios. Me sentí mayor y me gustó, pero solo porque tenía a alguien joven a mi lado. Y es ahí cuando entendí a Madonna, a Shakira y a Priyanka Chopra. La primera salta de toyboy en toyboy cada dos por tres y los otras dos están casadas con hombres a los que les sacan una década. Maravilla.

Caso aparte, y digno de mención, es el de Emmanuel Macron (40) y la primera dama Brigitte (64). Fan absoluta de esta señora, qué queréis que os diga. Un tío más joven y con más poder que ella. Eso tiene que poner sí o sí, no nos engañemos.

Pasados unos meses, el becario y yo nos distanciamos. Normal. Yo no podía (ni quería) seguir su ritmo de vida nocturna y alcohol desenfrenado. Cero dramas tanto por su parte como por la mía. No hubo conversación incómoda ni reproches.

Tanto él como yo sabíamos que eso no duraría pero lo disfrutamos al máximo todo lo que pudimos. Así pues, una ventaja más de dormir con un jovencito. El final es totalmente indoloro. Tras esta experiencia, me di cuenta de que mi gusto por los hombres comenzó a cambiar.

En las fiestas, solo tengo ojos para los yogurines. No falla. Tengo un radar que me hace mirarlos con ojos golosos mientras mis amigas me fusilan con la suya y me dicen lo de “podría ser tu hijo”. ¿Por qué son tan dramáticas? ¿Hace falta llegar a ese extremo? ¿Y qué si por edad podría ser su madre?

Pues mira, bienvenido sea. Lo que les pasa es que se creen que yo soy una cazadora furtiva en busca de presas y que ellos son unos pobres desvalidos. No nos confundamos. Ellos ya son mayorcitos como para decidir con quién se acuestan y/o toman copas. Así que mientras mi ligue tenga edad para comprar alcohol y tabaco, que nadie se atreva a juzgarme.

Además, es curiosa la manera en la que se trata el tema dependiendo de si la joven es él o ella. En el caso de Emmanuel Macron y la primera dama Brigitte, todo se achacó a la gerontofilia; peculiaridad sexual a la que responden aquellas personas jóvenes que se sienten atraídas principalmente por personas muy mayores o ancianas, ya sean hombres o mujeres a partir de los 60 años de edad.

Es decir, que aquí Emmanuel no ha podido evitar estar con alguien mayor porque es una “peculiaridad sexual”. Como si tuviésemos que justificar de alguna manera una elección que ha hecho de manera libre y adulta.

Sin embargo, a las mujeres que están con hombres jóvenes se las califica como ‘cougar women’. ‘Cougar’, palabra inglesa que significa ‘pantera’, ‘gato salvaje’ o ‘puma’ y que claramente es despectiva porque este término se dio por la analogía con la cacería que ejercen las panteras o pumas sobre presas más pequeñas.

Lo dicho, ellos son unos pobrecitos que no tienen ni voz ni voto. Cómo no.

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