El momento en que una bomba de palomitas de maíz explota en mitad de una calle de China
BECARIA_
Después de no reflexionarlo en exceso, he llegado a la conclusión de que el hombre es un esclavo absoluto de su erección. El mamporrazo psicológico de la clásica masculinidad cuando un sujeto lo que tiene entre manos no está tan duro como le gustaría, es la mayor debilidad de la hombría. Si no sufre ningún tipo de problema fisiológico que limite el vigor de su miembro viril, cualquier inseguridad momentánea que vuelva flácido a su bálano, puede hundir su autoestima como si le hubiese pasado un camión por encima, de ahí que, en muchos casos, los más afectados por esta opresión impuesta históricamente al macho opten por tomar vigorizantes como Viagra u otro tipo de suplementos de dudosa seguridad y calidad para garantizarse el pene duro como mandan los cánones. No se sabe muy bien para qué, si cuando hablamos de relaciones habiendo un clítoris de por medio, a éste le suele dar igual que Alfonsito embista como si la tuviera como una tuneladora de metro. Con el fin de ahondar un poco más en estos asuntos, varios chicos me han contado sus experiencias recurriendo a píldoras mágicas, pastillas “naturales”, drogas y otras ocurrencias para tremparse ¿con éxito?
Algunos nombres han sido modificados para salvaguardar la privacidad de los participantes con su testimonio.
Mentol para recalentar el tronco
«Lo máximo que me he echado ha sido Vick VapoRub, el mentol para la congestión nasal», me comenta Nano. «Se me ocurrió por una movida que había visto en un cómic de Spirou y Fantasio cuando tenía 20 años. La idea era que te daba calorcito toda la noche como haría en el pecho y por eso lo probé, pero no noté nada. Me decepcioné y no he vuelto a probar nada más para crecer el pene».
Viagra para el amor propio
Manolo (42) ha probado la Viagra en una ocasión y nunca más. No le sirvió de nada, como si hubiese tomado cualquier otro invento homeopático. «Probé por curiosidad, no porque tuviese algún problema, y no noté nada especial, ni erección a tope ni nada, solo un poco de calor por el cuello y en las mejillas, como un picorcito. Pude disfrutar de la erección en las mismas condiciones».
Diferente ha sido el caso de Francisco. Me cuenta que ha sufrido problemas de erección hasta que a los 35 años se operó de fimosis, pues tenía el prepucio muy sensible y se le bajaba, lo que le llevó a consumir regularmente Viagra. «Con pastilla se mantenía muy dura. Lo mejor es la sensación emocional de poder, de recuperar esa hombría que te marca el patriarcado». Si bien el consumo de este producto farmacológico puede tener efectos secundarios nefastos para la salud, a Francisco le ha ayudado a reorientar su vida sexual en el aspecto más psicológico y espiritual. No ha vuelto a tomar más Viagra. «Afortunadamente, me di cuenta de que no todo era meterla y me especialicé en otras cosas. Creo que soy el 1 entre 10.000 que comen el coño nivel Dios, De hecho, nunca me felicitan por cómo follo, sin embargo, haciendo el sexo oral me han llegado a preguntar si esto existía de verdad».
Cocaína y Viagra; una mezcla explosiva
«Mi experiencia con la cocaína es que suelen ser polvazos porque estás a tope, tardas más en correrte y la mujer dice que siente más. Con el speed sí que no se me levanta ni a tiros». En la cabeza de Pablo (30) era espectacular. «Pero a la larga ninguna droga es buena y mi novia me ha dado un ultimátum para que vaya al psicólogo y las deje. No las recomiendo porque ya ves que luego te descontrolas y es muy complicado gestionarlo».
Borja (48) me comenta que, como experiencia meramente lúdica, en una ocasión probó la mezcla de Viagra con cocaína. Me recalca que a pesar de su edad, no sufre ninguna disfunción sexual y no lo ha vuelto a tomar más. «Se me puso como para estar filmando los tres días que me duró la erección, con breves descansos para salir a comer y a tomar el aire. Fue muy estimulante, pero sin la complicidad de la pareja no hubiese servido de nada».
Suplemento vigorizante en una “gang bang”
Narciso no sabe qué tomó en aquella fiesta, pero él cree que le funcionó. Me comenta que cuando tenía 24 años acudió a una grabación amateur de una gang bang en un local de intercambio de parejas de Sevilla y el organizador le dio una pastilla de dudosa procedencia para que no se le bajara la erección. El festín estaba formado por un montón de chicos con una mujer con la que iban teniendo sexo uno detrás de otro, y su marido filmaba la operación.
«Él comentó que como había tíos que no empalmaban por sentirse cohibidos entre tanta gente y la cámara, tenía unos "suplementos en píldoras", según él, “todo natural”, a base de ginseng y no sé qué más extractos naturales. Así que como el resto, tomé el pastillote media hora antes, que era el tiempo que, supuestamente, tardaba en hacer efecto. Yo la verdad es que no noté nada a la media hora ni durante la grabación, pero cuando acabamos y regresamos al interior del local, una pareja que me vio en la gang bang me ofreció tener sexo con ella mientras él miraba porque le gustaba sentirse cornudo. Cuando me puse noté una erección fuera de lo normal y tardé mucho más en correrme, pero no sé si por la extraña pastilla o por la situación que me excitó como un burro». Un enigma de la virilidad el de Narciso, que no logrará resolverse jamás.
En la consulta del andrólogo
Pero, ¿qué pasa con el consumo de Viagra? ¿Se puede tomar alegremente, sobre todo sin necesitarlo? Arturo, enfermero en la consulta de un médico especialista en andrología, me comenta que no son pocos los pacientes que acuden a consulta con problemas derivados del consumo de la pastilla azul: «Un exceso de Viagra produce alteraciones en el corazón. Se puede parar o alterar el ritmo. No tenemos un antídoto, así que cuando vienen con “palpitaciones”, hay que monitorizarlos y ver cómo anda ese corazón, y ponerles tratamiento si no queda más remedio. Hay quien se pasa y ese corazón queda tocado de por vida».
Total, que no pongas en juego tu patata por que se te levante la tercera pata.