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Testimonios de experiencias sexuales fallidas por exceso de calor

El calor puede ser el peor compañero para disfrutar de un buen rato de sexo como demuestran estos testimonios de experiencias sexuales fallidas, recogidos por Becaria.

Una pareja en una piscinaPhoto by Joe Pizzio on Unsplash

El calor hace estragos y puede ser el peor compañero para poder disfrutar de un buen rato de sexo sin interferencias, sofocos ni sudores indeseados. Hay personas que sufren rozaduras en los muslos por el simple hecho de caminar, por lo que, si se trata de follar, la situación es complicada de imaginar.

Entre incomodidad y mareos, y también ignorando las inclemencias de la ola de calor, varias personas que he sondeado en Facebook han querido compartir con este bulevar antropológico del placer sus experiencias sexuales fallidas por culpa de las altas temperaturas.

Follando en el coche con el termostato a troche y moche

Empieza Miguel (33), oriundo de Valencia, quien me comenta en horario de oficina que, hace muchos años, "follando con una ex novia en un coche con los asientos negros de cuero y despelotados, aparcados en un área recreativa, haciendo ventosa en partes insospechadas, con mucho sudor, apareció un voyeur en coche que anduvo persiguiéndonos. Huimos del mirón de carromato detrás de un mato. Y del calor, con las ventanillas bajadas refrescando las partes". Con un halo de vergüenza y humillación a su hombría, me reconoce que acabaron a medias: "entre el calor y el miedo por si fuera una persona malintencionada, nos fuimos sin terminar la ejecución ".

Gatillazo sin aire acondicionado en una pensión

"Estábamos una chica que conocí esa misma noche y yo a resguardo en una pensión barata, todo por ahorrar unos euros, lo cual fue el polvo más caro de mi vida", comenta Alejandro (43) de la periferia de Valladolid, como dando una lección de que a veces lo barato con dos estrellas como máximo y sin opción a un mínimo de bienestar con aire acondicionado, puede salir muy caro: "todo fue mal principalmente por mi culpa, tenía tanto calor que pasé de diez a cero en cinco minutos, nuestras llamas ardientes se transformaron en sudor y decepción, intentamos dormir con la ventana abierta y nunca más volví a saber de ella".

Bajón con las pelotas prietas a tope de sudor

"Quedé con un tío giputxi, de muy buen ver, y se acababa de rasurar los huevos. Con el calor parecían gominolas, me entró la risa tonta y ni follamos ni nada", rememora Victoria, una veterana de 54 castañas. "Es que encima yo compro unos ojos de gominola y no paraba de pensar en ellos mientras le tocaba las pelotas, en el amplio sentido de la palabra. Luego volvimos a quedar en invierno y nada, es que era acordarme y poca seriedad por mi parte. Menos mal que era majo, aún me felicita por mi cumpleaños".

En resumidas cuentas, cuando el calor aprieta, bebe, mama y reza.

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