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Cada español dedica de media casi cuatro horas al día a mirar su smartphone
Cada español dedica de media casi cuatro horas al día a mirar su smartphone. Hablamos con gente que ha decidido cortar por lo sano y emplear ese tiempo en otras cosas.
3 horas, 51 minutos. Es el tiempo que cada español pasa al día, de media, pegado a la pantalla del móvil, según estudios como el recientemente publicado por la compradora de seguros Rastreator.
La cifra invita a hacer un cálculo rápido: cuatro horas al día equivalen a casi 61 días al año. Si empezamos a usar el móvil a los 11 años y vivimos, de media, unos 83 años, el resultado son 12 años de tu vida. 12 años leyendo y escribiendo mensajes de WhatsApp. Haciendo scroll para ver posturear a la gente en Instagram. Jugando a juegos. Haciendo lo que sea que hagas cada vez que desbloqueas el teléfono, un acto que realizamos, según otro estudio de Apple, al menos 80 veces al día.
“Es superior a mis fuerzas: miro el móvil decenas y decenas de veces al día”, cuenta Irene, de 25 años. “¿La media de veces que lo desbloqueamos es 80? Puede que en mi caso sean muchas más”, reconoce entre risas. “Lo peor es que a menudo no hago nada más que navegar tontamente por Instagram o Facebook. Pasado un rato miro el reloj y me asusto del tiempo que ha pasado”.
María, de 35 años, tiene claras sus prioridades en ese sentido. “Ya paso mucho tiempo al día delante de una pantalla por cuestiones de trabajo. Cuando llega el fin de semana a menudo me olvido de él: prefiero dedicar el rato a otras cosas más útiles. Cuando utilizas menos el móvil te das cuenta de que hay tiempo para todo”.
Hablemos de ese tiempo y de las cosas que podríamos hacer con él. ¿Aprender inglés? ¿Convertirte en un fuera de serie en algún deporte? ¿Tocar un instrumento musical? En realidad, lo que conviene plantearse es cuánto tiempo hace falta para realizar con éxito tareas como esas.
Un su libro ‘Outliers: la historia del éxito’, el periodista y sociólogo canadiense Malcolm Gladwell trató de dar respuesta a esa pregunta. E incluso formuló una curiosa teoría: 10.000 horas son suficientes para dominar cualquier disciplina, por compleja que pueda parecer a priori. Una cifra que, volviendo a coger la calculadora, equivale a invertir una hora al día durante 27 años. O más claro aún: tardaríamos algo menos de siete años en dominar cualquiera de esas disciplinas si le dedicásemos las cuatro horas que, de media, pasamos cada día delante del teléfono.
Paco, de 38 años, oyó hablar de la teoría de Gladwell. Las coincidencias hicieron que fuera poco después de haber tomado una decisión importante en su vida. “Hace un par de años un amigo me recomendó un videojuego para el móvil. Me lo instalé y me enganché mucho. Pero mucho. De pronto me encontré a mí mismo esforzándome durante largos periodos de tiempo para superar cada pantalla. Una vez conseguí acabármelo, me pregunté: ¿a qué juego yo ahora? Y de repente me invadió un pensamiento. Me dije: qué cojones: siempre he querido tocar la guitarra. Voy a dedicarle a aprender el mismo tiempo que he empleado en jugar a esta mierda”.
Dicho y hecho: Paco se puso manos a la obra. “Me propuse invertir tres horas al día. Empecé viendo vídeos de Youtube, que es una herramienta increíble: todo lo que quieras aprender a hacer está ahí. Al poco tiempo me apunté un curso de guitarra y ahora doy clases online con un profesor”. El esfuerzo acabó dando sus frutos, y ahora Paco toca en una banda de rock.
No todo el mundo da ese paso. De hecho, son mayoría los que no consiguen salir de ese bucle infinito que es el uso excesivo del móvil, e incluso los que van incrementando el tiempo que pasan cada día ante la pantalla. Cuando se convierte en un problema, es hora de buscar ayuda en centros especializados como Impasse Adicciones, en Madrid.
“Nuestros pacientes son, sobre todo, adolescentes y preadolescentes con problemas que se refugian en un uso excesivo de redes sociales o juegos, aislándose de sus iguales y de su familia”, explica a Tribus Ocultas Fernando Botana, director del centro. “En lo que respecta a los adultos, todavía no hay una consciencia de cuándo el uso excesivo del móvil empieza a ser preocupante”.
El tratamiento consta de dos partes claramente diferenciadas. “Una de deshabituación conductual que conlleva una serie de pautas que pasan por ir disminuyendo el uso del móvil, en algunos casos, y en cortar radicalmente en otros, y una segunda que parte de hacer un análisis junto con el paciente. El objetivo es ayudarnos a identificar qué está ocurriendo en la vida de esa persona para que el uso del móvil se haya convertido en un problema”, apunta Botana.” Esta parte es la más importante, porque detener una adicción, aunque requiere un esfuerzo, es relativamente sencillo: lo complejo es desactivar lo que llevó a esa persona a precipitarse en esa conducta destructiva”.
Preguntado por otras maneras de invertir mejor el tiempo que empleamos mirando el móvil, Botana es contundente. “”La mitad de ese tiempo ha de emplearse en relacionarnos de manera directa con las personas que forman parte de nuestra vida. En tener contactos reales. Los niños, en interactuar jugando con otros niños, y los adultos en comunicarse con otros adultos. Una cuarta parte de ese tiempo, en desarrollar nuestra mente con la lectura. Y la otra cuarta parte en aburrirnos, actividad fundamental para ser creativos”.
Botana arroja una última reflexión, no menos importante. ”No va a ser posible detener el uso de las nuevas tecnologías, y por lo tanto debemos hacer una reflexión más profunda para averiguar cómo lo reconducimos para que dicho uso no sea enfermizo y juegue a favor del desarrollo personal. Para que no empobrezca las cualidades humanas y deje de ser un nuevo foco de alteraciones psicológicas, tal y como está sucediendo en la actualidad”.