El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
@DIOSTUITERO
El mundo es dual, una combinación de opuestos que se complementan: el día y la noche, el ying y el yang, el Real Madrid y el Barça, la música y el reggaeton... En mi caso no soy una excepción y mi antagonista es el diablo.
El bien existe porque existe el mal, y a mí me adoráis porque el otro en teoría es peor. Aunque si lo miráis bien y cogéis una Biblia, por ejemplo, mientras que él apenas mató a una decena de personas, yo tengo en mi haber millones de víctimas, y eso sin contar el Diluvio, que ahí me puse las botas. El diablo no es tan malo, lo que pasa es que tiene mala prensa.
Este personaje tiene muchos nombres, pero hoy voy a ceñirme a los que recibe en la Biblia, la única fuente autorizada.
Si tuviésemos que quedarnos con un único término, el bueno y original sería el de "Satán". Satán significa "adversario", mi opuesto en esta dualidad que gobierna el universo y que os he explicado antes.
De Satán proviene "Satanás", que suena más potente. Luego en el siglo III, unos tipos llamados "los Setenta", tradujeron el Antiguo Testamento al griego y Satán pasó a ser "el Diablo", que significa "acusador" o "calumniador", de lo cual deducimos que el diablo era periodista.
Otro nombre que recibe el diablo es "Lucifer". Este nombre es una palabra latina que se utilizó por primera vez en la traducción al latín de la Biblia que hizo en el siglo V un tipo muy trabajador llamado San Jerónimo. Lucifer significa "portador de luz" o "Lucero", y se supone que éste era el nombre que tenía el bueno de Satanás antes de corromperse, cuando era el ángel más perfecto del cielo, algo así como Macaulay Culkin antes de cumplir los ocho años. Luego se dio a la mala vida y le mandé al infierno. Si queréis ahondar más al respecto, echad un vistazo a los libros de Isaías y Ezequiel.
Si habéis leído el Antiguo Testamento ( me juego un brazo y parte del otro a que no), veréis que yo me muestro todo el rato muy celoso de otro Dios llamado Baal, al que en cuanto me descuidaba se lanzaba a adorar mi Pueblo Elegido. Pues bien, en la Biblia le transformo en el mismísimo demonio, a ver si así me cargaba su reputación y dejaban de adorarle. Le convertí en Baal Zebub, es decir, "Belcebú", que significa "Señor de las Moscas", como la famosa novela de William Golding. Pues ni con esas.
Otro nombre menos conocido es el de "Belial", algo así como "el de ganancias corruptas", "el desobediente" o "el rebelde". Es utilizado por el mismísimo San Pablo en su Segunda Carta a los Corintios, que es una carta que va después de la primera y eso sí que no es ninguna mentira.
Otros veces Satán recibe nombres de animales, como son "la serpiente", "el dragón", o "Leviatán", bestia marina asociada a menudo con él.
En mi texto sagrado aparecen otros demonios de segunda categoría que no son Satán, como "Asmodeo", un demonio del que se habla en el Libro de Tobit y que estaba enamorado de una mujer y le mató hasta siete maridos, o "Legión", que en este caso eran todo un grupo que compartía piso ya que habían poseído a un pobre hombre. Mi hijo Jesús le sanó traspasándolos a una piara de cerdos, que se suicidaron despeñándose por un barranco, para gran cabreo de la Protectora de Animales.
Bueno, os dejo, que tengo partida de cartas con Satán. Hasta la semana que viene, ¡si no pierdo!