El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
LA HISTORIA DEL CINE DE TERROR: TOMA 1
Hay algo que para muchos define el cine psicotrónico por definición: la mayoría están consideradas películas malas. Para otros, no existe mal o buen cine más allá del propósito con el que afrontas un visionado. Y si durante una hora y media te entretiene y te divierte, e incluso la quieres volver a ver una y otra vez, ¿Es realmente una mala película?
El ‘buen’ cine a veces surge de un cúmulo de casualidades y decisiones creativas equivocadas que dan como resultado una obra maestra. Hay películas ineptas que también son, sin pretenderlo, pequeñas obras de arte. Una de ellas es ‘The Room’, un monumento al poder de la ilusión sobre el del talento, pero no es ni mucho menos la única, ni probablemente será la última.
Pero antes de que se discutiera ‘The Room’ gracias a esa especie de dramatización de su making-off que es ‘The Disaster Artist’ ya había muchas películas que se hicieron célebres por su torpeza exquisita. La obra de Ed Wood tuvo su propio homenaje vía Tim Burton, pero desde los noventa hasta hoy han surgido las celebraciones colectivas de muchos otros accidentes fílmicos. Uno de los más célebres, hasta la llegada por la puerta grande de Tommy Wiseau, era ‘Troll 2’.
Es más, antes que ‘The Disaster Artist’, hubo un documental que puso sobre aviso al mundo de que el cine casposo también podía molar, y trataba precisamente sobre la obra cumbre de Claudio Fragasso.
El documental se llamaba ‘Best Worst Movie’ y narraba en primera persona la odisea de un joven actor que se percataba de que había actuado de niño en la considerada mejor película de la historia. En su epifanía, el joven Michael Paul Stephenson descubrió que más que avergonzarse por aparecer en ella debía estar agradecido: se encontraba constantes muestras de cariño de fans, cartas, e invitaciones a eventos.
Cuando asistió a de esas convenciones, vio que había masas de gente fanáticas de la película, que recitaba los diálogos de memoria, se aprendía los bailes y fabricaba su propio merchandising. ¿Cómo es posible? Se pregunta Michael mientras se da cuenta de que esa pequeña serie Z realmente es adorada en todo el mundo.
Para empezar con ‘Troll 2’, el dos viene por la manía de los italianos a titular sus películas como falsas secuelas de éxitos americanos. Lo extraño es que la ‘Troll’ original era más bien desconocida. La premisa hace gracia desde su propia exposición literal: duendecillos ancestrales cuya dieta se basa en vegetales.
Pero no son veganos estrictos, convierten a los seres humanos en una especie de puré de verdura que degluten frenéticamente, y para convertirles en la papilla verde les hacen beber una plasta similar. Terrorífico. Pero lo curioso es cuando vemos realmente a las criaturitas, que básicamente son enanos con caretas de goma de expresión congelada y cuyo atuendo es un saco de patatas. Pero, no, no es esta la típica película en la que la gracia está en lo cutre que son los monstruitos hechos con dos duros.
La grandeza de ‘Troll 2’ es su nula conexión con las reacciones humanas plausibles, por el desconocimiento total de la manera en la que se comporta una persona o familia normal, o mucho menos un habitante de un pueblo americano. Todo es un intento de recrear clichés del cine fantástico infantil de los ochenta haciendo una imitación tan mala que el resultado es algo irreconocible, nuevo, y podría decirse que totalmente original.
Es como ver una peli Amblin o una de las fantasías oscuras de Jim Henson después de tomar alguna droga desconocida y merendar un cocido en mal estado. Hasta tiene reina Goblin como ‘Dentro del Laberinto’, pero aquí en vez de David Bowie en mallas es una especie de bruja-señora Rottenmeier.
Lo que enamora a todo el que ve ‘Troll 2’ es que, en su incapacidad, tiene unas ocurrencias que de tan absurdo son pura genialidad.
Por ejemplo, la idea de que el abuelo del niño de la familia se le aparezca para ayudarle en forma de cara fantasma, el estrambótico baile de la protagonista adolescente tratando de imitar algún momento del cine americano de la época inmediatamente anterior… o el momento en el que el benjamín de la casa ve como toda su familia está a punto de comer la compota y para impedirlo se sube encima de la mesa y mea encima. Además, acto seguido, su padre le castiga diciendo una de las frases preferidas de los amantes de la obra: ”no puedes mearte en la hospitalidad”.
Aunque lo que realmente la convierte en una joya del cine trash es la incapacidad para articular con naturalidad cualquier línea del ya de por sí delirante guion por parte de los actores.
Esta sobreactuación deja joyas involuntarias de todo tipo, como la escena de sexo (con mazorca y lluvia de maíz) menos erótica de la historia y la ya mítica línea en la que un personaje nerd se da cuenta de que está a merced de los goblins. ‘Se la están comiendo, y luego me van a comer a mí….¡Oh my goooooooood!’ que ha trascendido incluso fuera de los círculos de fanáticos de la película.
Entre las muchas soluciones absurdas de la película está la conclusión con el niño comiéndose una hamburguesa a modo de talismán purificador del mal vegetariano. Efectivamente, la película en su totalidad tiene un mensaje muy claro. Los veganos son monstruos que quieren convertirnos a su religión. Por ello tienen su propia religión en la que se dan discursos con perlas como estas:
‘¡Filetes!.. ¡Salchichas!.. y ¡Perritos calientes! Los humanos se alimentan con todo esto violando a sus propios cuerpos, infectándose, creándose enfermedades incurables... ¡Vejigas apestosas! ¡Hemorroides! ¡Excrementos viscosos y malolientes!’. Puede que hace 28 años ni los propis creadores de ‘Troll 2’ se tomaran en serio su subtexto, pero, por muy terrible que sea el continente, el contenido se erige hoy como una parodia bastante acertada de ciertos movimientos de fervor casi religioso dentro de ese tipo de elecciones personales tan en boga.
El globo de Oro para James Franco por ‘The Disaster Artist’ ha puesto en el ojo del huracán a Tommy Wiseau y su película ‘The Room’, considerada por muchos la mejor-peor película de la historia. Pero antes de que llegara aquella ya existía el culto mundial a la obra más torpe del cine fantástico: la infame ‘Troll 2’.