El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
¿'MAKE AMERICA GREAT AGAIN'?
¿Os acordáis de Chikilicuatre? Ese personaje que cantaba una tonadilla pegadiza y reguetonera armado con su guitarra de juguete. Era el año 2008 y nosotros, los españoles, votamos democráticamente y en mayoría para que Rodolfo nos representase en Eurovisión con su canción 'Baila el chiki-chiki', pasando por encima de candidatos obviamente mejor preparados para el trabajo.
Los medios cubrieron la noticia, Chikilicuatre se convirtió en una celebridad y aquello que empezó como una broma dentro del programa de Buenafuente acabó siendo una realidad tangible dentro de un festival de música internacional.
Hoy, cuando Trump ya es presidente de EEUU, me pregunto de qué manera lo que parecía una broma de mal gusto que estaba llegando demasiado lejos ha acabado siendo elegido presidente de los Estados Unidos de America. El candidato obviamente peor preparado, sin experiencia alguna en política y con un discurso demagógico que no tiene manera posible de llevar a cabo ha sido elegido para gobernar la mayor potencia económica del mundo.
Así es el siglo en el que vivimos ahora, un reality show a tiempo completo donde una parodia con suficientes recursos puede llegar a cambiar el orden mundial.
Escribo esto con desesperación, pensando qué opciones de futuro tenemos por delante. Apática al pensar que en el fondo, tenemos lo que nos merecemos y planteándome si el problema no será que existen demasiados ineptos sueltos por el mundo como para que el sistema democrático funcione a favor del progreso de nuestra sociedad.
¿Cuál es el futuro que nos espera? ¿Construir muros, declarar guerras, aislar a las minorías? ¿Es eso lo que la mayoría de la población norteamericana ha decidido? En épocas de crisis nos aferramos a gobiernos totalitarios, como si se pudiese parar la recesión con una política extremista.
La letra con sangre entra. O como el mismo Trump dijo en una entrevista para el canal FOX: "No hay tiempo para ser políticamente correctos."
Me planteo si hay que entender estas elecciones como el triunfo de Trump o la derrota de Hilary. La campaña de Clinton estuvo plagada de polémica y corrupción, especialmente tras descubrir su guerra personal contra el que fue favorito del público durante mucho tiempo: Bernie Sanders. Tras la derrota del senador en las primarias la energía que los demócratas estaban guardando como oro en paño en busca del cambio final en su sistema político quedó disuelta en un charco de papel mojado. O Bernie, o nada. Y la nada tomó la forma de un aspirante a dictador.
Pero eso no es todo. Lamentablemente el machismo encubierto (y no tan encubierto...) ha cumplido un papel primordial a la hora de aumentar la popularidad de Trump, y no puedo sino remarcarlo con la esperanza de que al menos nos haga reflexionar al respecto. Su defensa ante la política de Clinton ha estado basada desde el principio en asumir el rol de macho dominante mientras usaba estereotipos machistas para acusarla de ser la sombra de su marido.
La mujer dominante y empoderada que supone una amenaza para el macho alfa es todavía vista como una versión contaminada de la autoridad masculina. Y como tal, se le exigió a Hilary el demostrar más fortaleza que cualquier hombre que haya pisado la casa blanca, recibiendo la mitad de apoyo. Se usó su empoderamiento como punta de lanza a la hora de acusarla de ser demasiado inquisitiva, demasiado dominante, demasiado fuera de los roles de género que todavía parece que no queremos romper. Escribo esto con lágrimas en los ojos pensando que hoy podía haber sido el día en que dimos un paso hacia delante a favor de la integración y la interseccionalidad. Un paso a favor del feminismo. En vez de eso, hemos escogido a un tirano.
"Esta pérdida duele pero por favor, nunca dejéis de creer que luchar por lo correcto merece la pena" decía Hilary la mañana en la que se conocieron los resultados. Espero que dentro de cuatro años nos acordemos de sus palabras, y luchemos unidos -esta vez, de verdad- por cambiar las cosas. No hay que conseguir que Estados Unidos sea grande otra vez, hay que hacer que el mundo sea grandioso. Por primera vez.