"COME COMIDA REAL"

Las últimas polémicas de Carlos Ríos, el rey del 'realfooding'

El dietista onubense suele estar en el ojo del huracán por un ejército de haters que sospechan del más mínimo detalle relacionado con él, y por las opiniones que otros expertos en nutrición tienen sobre sus productos.

Carlos Ríos, en una imagen promocionalRealfooding

Imagínate una story de Instagram que lleva la imagen de Belén Esteban con el texto "Yo escuchando todo lo que dice Shakira sin entender nada porque esto es un meme para captar tu atención y recordarte que comas fruta". ¿Quién podría escribir algo así en su perfil de Instagram? Si has respondido Carlos Ríos, has dado en el clavo.

Pocas personas son capaces de aprovechar tantísimas oportunidades como el creador del movimiento realfooder para promocionar hábitos de consumo saludables, algo de lo que ha acabado formando un imperio tan respetado por unos como abucheado por otros tantos.

Alérgico por definición a los alimentos ultraprocesados, Ríos se ha llevado más de un metafórico bofetón en redes por parte de compañeros de profesión o influencers del comer. Cuando el año pasado le dio por sacar unos cruasanes "mucho más saludables respecto a toda la bollería que abunda en el mercado", Mikel Iturriaga (AKA el Comidista) le tiró fuerte de la oreja: "Pasa de estas mierdas realfooders integrales pseudosanas, solo quieren tu dinero". Los comentarios en la publicación original están bloqueados, como dato.

Solo dos meses después, el divulgador y doctor en Ciencia y Tecnología de Alimentos Miguel Lurueña acusó al supuesto aceite de oliva virgen extra untable que presentó Real Fooding como una revolución de "ilegal". Todo por no ser en esencia el producto que se anunciaba sino "una materia grasa compuesta por aceite de oliva y aceite de karité". Y añadía: "Tampoco tiene nada de novedoso".

El mismo experto se detuvo a analizar la sensación persecutoria que tienen los realfooders. Incluso reconociendo los valores últimos del movimiento como positivos, Lurueña señaló en 2021 que "ha ido derivando desde hacia terrenos pantanosos, como la quimiofobia o los mensajes incendiarios sin fundamento".

Quizá lo decía en alusión a un tiktok (ahora borrado) en el que Carlos Ríos se reía de las "kilocalorías de mayonesa ultraprocesada" que añadía una chica a su bocadillo. Aunque en el fondo podía tener razón, sus formas ("es una basura y una mierda") le trajeron una considerable cancelación en redes por empeorar supuestamente trastornos de conducta alimenticios (TCA).

"Demonizar ciertos alimentos y situarlos como prohibidos ya que a la larga incluso podrían potenciar sobreingestas y atracones", dijo al respecto Marcela González, doctora en Psicopatología y Psicoterapeuta, en unas declaraciones que recogió la revista Redacción Médica.

No ayudó que por la misma época el gurú realfooder compartiera datos privados sobre una paciente, donde señalaba los malos hábitos de la misma y las concentraciones de grasa en sangre o el color de la misma. Imagínate el fune...

Nadie puede poner en duda que una lucha popular para promover hábitos saludables, como el ejercicio o la alimentación, es sano de por sí. Con todo, las maneras importan, y si te salen haters de debajo de las piedras te vas a poder desviar muy poquito del camino establecido sin que Twitter saque las garras.

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