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POR FAVOR, DEJAD DE ROMANTIZAR LA AMISTAD ENTRE LOS PROTAS
La segunda temporada de 'Stranger Things' ha sido más ambiciosa (aunque no mejor) en muchos aspectos, y uno de ellos es la evolución romántica de sus protagonistas infantiles. ¿No traiciona eso el espíritu amistoso de la serie? Planteamos los efectos negativos de querer que los niños crezcan demasiado rápido, tanto dentro como fuera de la pantalla.
Hace menos de una semana Netflix lanzó la que sabía su propuesta más popular del año, la segunda temporada de 'Stranger Things', y ya hemos podido hacer los primeros balances. En la crítica hay consenso de que los nuevos capítulos se han quedado unos pasos por detrás de los iniciales, pero en la conversación viral sí hay quorum: la ficción de los hermanos Duffer sigue siendo un pelotazo.
Los creadores del éxito han cumplido eso de que sería más grande y más oscura (aunque no mejor), y la han planteado más ambiciosa hasta para los protagonistas infantiles, que se acercan poco a poco a la adolescencia. De hecho, han surgido los primeros romances en el grupo de Eleven, Dustin y compañía, con escena del baile del colegio incluida.
Pero, ¿no es muy pronto para que estos pequeños se sumerjan en esos quebraderos de cabeza y corazón? ¿No deberían estar más preocupados en seguir jugando a Dragones y mazmorras? ¿No es, sobre todo, un salto temático algo brusco en 'Stranger Things'?
La romantización de la relación de amistad entre los héroes ha sido una de las evoluciones más curiosas (para algunos controvertidas) en esta nueva etapa de la serie. No hablamos solo de si es un cambio sensible para sus espectadores más jóvenes (los personajes rondan los 12 y 13 años), sino de si resulta lógico en el universo que propone. El 'hit' es por encima de todo un relato sobre el poder de la unión y la amistad, y esta entrega ha tomado un rumbo más adulto y culebronero.
Una serie sobre el poder de la unión
Pero, ¿cómo hemos llegado a este punto? Lo cierto es que uno de los apuntes interesantes de la segunda temporada de 'Stranger Things' ha sido poner a sus protagonistas infantiles, los que crean la gran conexión emocional con el espectador, en situaciones mucho más complicadas y trágicas.
Will ha cobrado más presencia, con visiones derivadas de su cautiverio en el Mundo Del Revés, bajo la preocupada mirada del valiente Mike, y Eleven ha emprendido un camino de descubrimiento familiar.
No obstante, ha habido una pequeña traición al espíritu infantil de la 'Stranger Things' que conocíamos: el grupo de amigos se separa en varias líneas narrativas (no solo Eleven, también Mike-Will y Dustin-Lucas) y nos deja sin uno de sus grandes atractivos.
Lo que sí nos preocupa, y no solo desde una perspectiva de ficción, sino también de género, es la forma (bastante simplona y rancia) con la que los creadores han replicado clichés adultos en los pequeños. ¿No está para eso el resto del elenco?
Un primer ejemplo es Max, el reemplazo femenino de Eleven en la pandilla, una figura sin entidad propia que sirve como mero interés romántico de Dustin y Lucas, en un primer momento, y más tarde como detonante de los celos infantiles.
No solo es que se la niegue el acceso al grupo por ser chica, nueva y sucesora de Eleven, sino que, para la joven con poderes (que la ve hablando con Will, el chico que le gusta), se convierte en una fuente de rabia. ¿No son demasiado niños para representar esos roles?
'It', otra ficción con rancietes niños-señores
Un ejemplo similar y reciente que podemos citar es 'It', la adaptación moderna de la novela de Stephen King, que guarda algunos puntos en común con 'Stranger Things', como la nostalgia de los ochenta y el protagonismo infantil.
En ella se repiten algunos estereotipos sexistas que ya no colarían ni en un drama hiperrealista: Bev, la única niña del grupo protagonista, es tratada como objeto de deseo y como damisela en apuros. ¿Cosas del remake?
No, incluso en la obra original está mejor pincelada. Es cierto que no podemos decir que 'Stranger Things' ni 'It' sean ficciones infantiles como tal, pero el problema se reduce a uno muy sencillo: necesitamos más personajes femeninos y crear relaciones más sanas e igualitarias entre ellos y los masculinos.
Hablamos además de un debate bastante actual tanto en la ficción como en el cine. ¿Qué roles reproducimos en los más jóvenes? ¿Debemos dedicarles series y pelis realistas y grises ('Por trece razones' es un ejemplo) o con modelos inspiradores para la vida real? ¿No deberíamos incluir referentes LGTB para que conozcan todas las realidades emocionales y de identidad?
Está claro que depende de cada propuesta, y la de 'Stranger Things' era una más amistosa que romántica. La polémica de Millie Bobby Brown, que algunos enfermos han incluido entre las mujeres más sexys del año, o el falso romance viral entre Finn Wolfhard y Jack Grazer, de 'It', nos alertan del peligro de obligar a los niños a crecer tan rápido. ¿No hay tiempo para todo?