El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
PANNA A NETVOR, LA VERSIÓN CHECA DEL MITO
‘La Belle et la Bête’, de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, era una versión reescrita y abreviada de un libro de más de 100 páginas de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve que pronto se convertiría en uno de los cuentos de hadas más populares de todos los tiempos.
Todos nos sabemos, a grandes rasgos, como va esa historia, y a los que no les quedaba claro, tenían a Disney haciendo su versión animada y pulida para tratar de dañar las mentes infantiles lo menos posible.
Efectivamente, la historia original tiene momentos que muchos padres de hoy no estarían seguros de mostrar a sus hijos, e incluso la visión de la casa del entretenimiento mantenía algo de la naturaleza oscura del relato. Pese a que la mejor visión del mismo sigue siendo la surreal y, por momentos, terrorífica película de Jean Cocteau, la más chunga, rara y alucinógena proviene de Checoslovaquia: 'Panna a netvor'.
Cómo un cuento de fantasía romántico y encantador puede convertirse en una auténtica película de terror puede que no entre en la cabeza a la primera, pero todavía no has visto esta versión.
El material original se presta a ello: desde que el misterioso escenario del castillo y el hecho de que uno de los personajes principales sea, bueno, un monstruo. Además de la de Cocteau, en 1962 el director Edward L. Cahn ya concibió a la Bestia como un príncipe maldito que se transformaba en un hombre lobo por las noches.
En los 70, el director checo Juraj Herz decidió que lo suyo no iba a ser una película para niños. Nada más empezar, los créditos aparecen sobre viejas ilustraciones bastante espeluznantes acompañadas con siniestra música de órgano.
La cosa promete. Bosques brumosos y un asesinato a lo 'Sleepy Hollow' para pasar a los preparativos de una boda en el pueblo en el que están sacrificando pollos, cabras, cerdos y gallinas con planos detallados. “Se oye una canción que hace suspirar”.
Por lo demás, la historia sigue, más o menos, la estructura del cuento. El padre de Bella se pierde por el bosque cuando su caballo muere misteriosamente y tras encontrar el cadáver de una mujer asesinada, se aventura en una mansión desmoronada, allí es invitado por el dueño de la morada, corta las rosas para su hija menor y la bestia le obliga a llevar a esta con él si quiere mantenerse con vida. Hasta aquí bien.
Lo primero que llama la atención es que nuestra bestia no es un gran osito de peluche, sino una horrible criatura con cuerpo peludo, garras afiladas y una cabeza parecida a la de un pájaro. Además, no se corta en admitir que posee una gran sed de sangre caliente fresca.
Por si fuera poco, la destartalada casa está compartida por criados, otras criaturas extrañas que acechan en las sombras que apenas hacen acto de presencia. La soledad de esta Bestia le ha convertido en un bicho bastante esquizofrénico y escucha una voz susurrante, persistente, en su cabeza, con la que mantiene conversaciones que tratan de tentarlo para matar a Julie y beber su sangre porque eso, le dice, es lo que realmente quiere hacer. Básicamente, una especie de Gollum psicópata.
Dentro de su oscuridad, la fotografía es visualmente atractiva y ayuda a tejer la rica atmósfera gótica del filme, que posee un indudable sabor a cine del este, lo que no riñe con que los sets, dirección de arte, diseño de vestuario, y densa música melancólica sean muy eficaces.
Aunque todo el material se diluya en sus aspectos surrealistas, con ciertos momentos de lógica de pesadilla, el corazón de la historia sigue siendo respetuoso con el mensaje original. El clima fantasmagórico e irreal sintoniza con el contraste entre el espíritu cándido y sacrificado de la joven como con el turbio y atormentado de hombre pájaro.
La única diferencia es que si en otras versiones hay un halo sensual candente, en esta está abiertamente sexualizado. El paso de la edad adulta de la bella, la pulsión reprimida de la bestia se retratan, sino explícitamente, sí de forma clara.
La mayor diferencia con el resto de versiones, sin embargo, no es que sea un tan sutil como un cuadro de Francis Bacon en un cuadernillo de colorear para niños. El gran escollo es que aquí, la bella no llega a ver a la bestia en la mayoría del metraje, es decir, solo escucha y se enamora de su voz.
Y, si en el resto de películas decide irse por su padre, o su familia, en ésta, sencilla y llanamente, se pira cuando logra ver realmente cómo es la bestia. Un poco durillo. Vale, al final dice ¡Qué diablos! Y regresa con él, pero en el momento es traumático.
Al final, el desenlace es doblemente gratificante, porque el paseo ha sido un delirio claustrofóbico de colores ocres que crean un estado mental grisáceo que se queda pegado en tu cabeza.
Una opción no muy recomendable para poner a tu sobrino, pero que encantará a los amantes de los cuentos de hadas corruptos de Angela Carter y hace un gran programa doble con la perversa versión de caperucita roja dirigida por Neil Jordan, en la fantástica 'En Compañía de Lobos'.