El momento en que una bomba de palomitas de maíz explota en mitad de una calle de China
LA DECADENCIA DE UN ÉXITO CONTROVERTIDO
Hay quien dice que nada es peor que lo que ya nos hayamos imaginado nosotros antes, y en muchas situaciones de la vida es verdad. Por ejemplo: abandonar una serie. Muy en concreto: abandonar 'The Walking Dead'.
Hasta el pasado octubre, la mítica serie zombi era para mí algo habitual. Al principio por curiosidad, luego porque me gustó, más tarde por el salseo seriéfilo, y finalmente para poder escribir temas de actualidad. Pero un día no hizo falta.
Dejé de verla un lunes. Dejé de verla el siguiente. Dejé de ver media temporada entera. Y no pasó nada. Y me convertí en una persona de pronto más tranquila, más aliviada, sin obligaciones y, sobre todo, sin el acoso 'hater'. Lección: nunca hagas de tu 'hobby' una obligación, y menos si no te gusta.
De nuevo como en la vida real, todo drama catódico cobra otra dimensión con la distancia. Es como desengancharse de cualquier vicio, o como romper una relación muy desgastada. Desde que 'The Walking Dead' y yo ya no estamos juntos, sus virtudes me parecen menos virtudes, y sus defectos siguen estando ahí, pero ya es menos pasional mi aversión hacia ellos.
Así que por fin he descubierto que 'The Walking Dead' no es tan buena, y que tampoco me gustaba tanto. El guantazo de realidad fue sin duda el final de la sexta entrega y el inicio de la séptima. Eso es: el momento Negan. Ahí la serie no solo demostró haber perdido el norte con el 'cliffhanger' y el troleo, sino ser capaz de usar la violencia y el dolor como el morbo más barato del mundo.
Una serie que no sabía qué serie quería ser
Otra duda que surge en la etapa de desintoxicación. ¿Fue 'The Walking Dead' realmente buena en algún momento? Es para cuestionárselo. Está claro que en sus comienzos, no. La temporada inicial fue tal vez la más sencilla y honesta, y al menos abrazó su condición de serie palomitera sin pretensiones, pero es innegable que su tono no acaba de cuajar.
La segunda temporada es sin duda la más criticada de todas; fue la primera dividida en dos partes, con más episodios de los que tuvo la anterior, y sus vicios eran mucho más patentes. Su gran problema era no tener claro si quería ser una ficción intensita de debates morales o puro entretenimiento, lo que fue más evidente cuando intentaba ser las dos cosas a la vez y no funcionaba. ¿Lo supo solventar?
Lo cierto es que fue a partir de la tercera entrega cuando 'The Walking Dead' vivió sus mejores momentos. Frank Darabont, su productor original, salió de la cadena AMC de muy mal rollo (el litigio económico aún está abierto), y se pusieron a los mandos dos guionistas consecutivos, Glen Mazzara y Scott M. Gimple, el 'showrunner' actual; siempre, eso sí, con el apoyo de uno de los responsables del cómic, Robert Kirkman.
Es innegable que la serie tenía atractivo, y que marcó época en la televisión de nuestra década. Hasta 2010, año en que se estrenó, eran muy pocas las series de cadenas de pago que apostaban por un género considerado minoritario como el zombi y que se atrevieran a mostrar violencia sin tapujos. Por suerte, hoy es habitual.
¿Fue 'TWD' realmente buena alguna vez?
La muerte de Lori Grimes, la llegada a la cárcel, el encuentro con el Gobernador y sus secuaces, la muerte de Andrea, el enfrentamiento en Terminus, la alianza en Alejandría… Podemos decir que, a partir de la tercera temporada, esos fueron los mejores momentos de 'The Walking Dead', en que descubrimos que la verdadera amenaza no eran los zombis, sino el resto de humanos, con especial interés en el Gobernador.
Dio pie a encrucijadas morales interesantes, y aunque el tono de la serie aún era titubeante, podía tratarse de una excusa narrativa: en pleno Apocalipsis se alternan etapas de tranquilidad y de guerra, de rendirse y levantarse. La conversión cada vez más oscura de Rick, líder hastiado y a la fuerza, jugó mucho a su favor.
Pero todo llega a su fin. Y las series también. ¿Cuándo? Depende de cada serie, pero está claro que todas sufren desgaste, al fin y al cabo. Le pasó a 'The Walking Dead', pero su maldición fue la propia dependencia de AMC; a falta de títulos rompeaudiencias, la cadena sería capaz de alargarla hasta el infinito, 'spin-offs' mediante.
Hasta sus creadores deben de ser conscientes; el reciclaje se ha convertido en la costumbre creativa, ya que siempre dan vueltas a las mismas ideas. Se han rendido a lo fácil, 'cliffhangers' que se sirven del dolor del público hacia lo que les pueda pasar a los personajes, que es lo mismo que perderles el respeto.
A ambos. 'The Walking Dead' se ha convertido precisamente en lo que no quería ser: violencia por violencia.