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‘WANNABE’, DE ELISA GONZÁLEZ, DESCONCIERTA AL ESPECTADOR

La mujer perfecta es una muñeca sexual de silicona que cuesta 6.000 euros

Muchas adolescentes japonesas quieren parecerse a una muñeca sexual. Adoptan para sí ese extraño canon de belleza de ojos redondos, cintura perfecta, gesto de sumisión. Si enfrentáramos dos fotos, ¿serías capaz de saber quién es la chica y cuál el juguete? Elisa González Miralles, autora de la serie fotográfica ‘Wannabe’, nos plantea y nos responde a esa pregunta.

En 2005, en uno de sus viajes a Tokio, Elisa González Miralles intentó entrar en un 'showroom' de Orient Industry, uno de los mayores fabricantes de muñecas sexuales de Japón. Una mujer sola tiene prohibido el acceso, a menos que la acompañe un hombre y que éste hable japonés.

Cuando accedió gracias al fotógrafo Ricardo Garrido, en aquellos 40 metros cuadrados, Elisa vio desde muñecas con cara de niñas, pero pechos gigantes y sexualizados, a toda clase de ‘sex dolls’ adultas, desnudas o en ropa interior sexy, tumbadas en sofás o camas, adoptando posturas eróticas para futuros clientes.

Elisa no pudo fotografiar ni un solo juguete durante esta visita, pero urdió un plan. Compró un catálogo de la compañía para tener un testimonio, al menos impreso. Quería culminar una serie sobre estos artefactos sexuales para, de manera colateral, entender la psicología de sus compradores: ¿por qué un hombre se acuesta con muñecas? ¿Qué vínculo le crea?

Mujeres muñeca

Once años después de aquella visita, Elisa regresa de nuevo Japón y algo la estremece. En Tokio, ve a muchas adolescentes que tienen casi el mismo aspecto que las ‘sex dolls’ que vio expuestas en aquel exclusivo 'showroom'.

Así nació su serie ‘Wannabe’, en la que la fotógrafa madrileña alterna retratos de jóvenes japonesas, con retratos de muñecas hechos, por la imposibilidad, con post-fotografías (fotos a las fotos de aquel catálogo) y retocadas posteriormente en postproducción.

El espectador no sabe si lo que ve es juguete o persona.

Y sobrecoge la duda.

Wannabe, serie de Elisa González Miralles | Remitido por La Fábrica

“¿Sabes lo que dicen los clientes japoneses de las muñecas sexuales? Que es la mujer perfecta, porque puedes hacer con ella lo que quieras; nunca protesta, siempre le apetece…”, nos cuenta Elisa.

Elisa nos relata cómo las mujeres en Japón no ven sus ojos rasgados, “como algo bonito”, sino como algo “a arreglar”. Están obsesionadas, dice, con el ojo redondo occidental. Se los redondean con cirugía plástica (blefaroplastia), creando un párpado que no tienen.

O bien, las más jóvenes y de menor poder adquisitivo, -añade- se ponen una especie de maquillaje, que les inmoviliza y abre completamente los ojos (no es sino una cinta adhesiva de doble cara que se untan con una espátula y les permite pegarse arriba el párpado, hasta que les va cayendo según avanza el día).

Un juguete roto

“¿Qué sucede? Que cuando esa chica guapísima, occidentalizada, casi idéntica a una muñeca sexual, va cumpliendo años, le es imposible disimular las arrugas y los efectos de la edad. De hecho, los japoneses tienen un nombre para este tipo de mujeres, cuya traducción sería ‘perro perdedor’”, explica.

No en vano, la fotógrafa traza en ‘Wannabe’ también esa gruesa línea entre el extrañamiento y la pena. Si el espectador se adentra en la ambigüedad de sus retratos -de nuevo la pregunta: ¿qué foto es muñeca; cuál mujer?-, según avanzamos en la serie, la cuestión se responde sola.

Las últimas fotos, las caras ajadas, henchidas, deterioradas por los años, nos devuelven hacia la certeza de que el retrato, esta vez, es ese ‘perro perdedor’. La mujer que quiso ser muñeca es ahora un juguete viejo y roto por el tiempo.

La belleza que envenena a las mujeres

“Que las mujeres quieran ser como muñecas sexuales no es más que el resultado de una sociedad machista. Para los japoneses, la mujer perfecta es la mujer que se ocupa de ellos, de su casa, de sus hijos, de su familia, que está disponible para el marido, y que siempre está para lo que se la requiere”, apostilla Elisa.

La fotógrafa, incluso, rememora que, cuando habló con mujeres japonesas para su serie, éstas ni siquiera eran conscientes de ese machismo casi feudal que persiste en uno de los países más avanzados tecnológicamente del mundo. Así, cuando se les pregunta por estos temas, eluden la conversación.

El trabajo de Elisa González Mirralles no solo contrapone mujer contra muñeca, sino que sitúa en medio de ambas otra figura metafórica. El pez globo, un pez que se cuela entre retrato y post-fotografía.

Este exquisito y peligroso manjar es muy apreciado en Japón. Su ingesta entraña un grave peligro si no se cocina bien. Su veneno te deja inmovilizado. Paraliza todos tus músculos y eres consciente de todo, horas antes de morir. Te quedas como un muñeco; pero vas sintiendo cómo sufres tu propia muerte.

“Me parecía una buena metáfora de cómo la sociedad nos impone un canon de belleza que envenena a las mujeres, convirtiéndolas en muñecas”, finaliza.

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La serie fotográfica de Elisa González Miralles, ‘Wannabe’, se podrá ver estos días en la sala de exposiciones de la Fundación Canal (Madrid). La fotógrafa también editó recientemente un fotolibro homónimo en la editorial La Fábrica.

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Cualquiera que visite la página web de Orient Industry, podrá descubrir el realismo de estos juguetes eróticos. Incluso se comercializan cabeza y partes íntimas del cuerpo por separado. “Lo más importante para nosotros no es crear una muñeca para satisfacer el deseo sexual, sino más bien forjar una relación entre las personas y nuestras ‘muñecas del amor’”.

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