POR EL BIEN DE LOS DOS
Cuando uno está malhumorado, es mejor que nadie se cruce si no quiere salir herido pero, ¿está justificado pasar de todo el mundo hasta estar de buen humor?
Las relaciones son muy complicadas, y la facilidad para mensajearse que ha ofrecido la era digital no ha hecho más que complicarlas aún más. Estamos tan acostumbrados a escribir a cualquiera de forma instantánea, que asumimos que es nuestro derecho hablar a quien queramos y cuando queramos, y que la otra persona siempre debe respondernos con relativa rapidez. Este tuit viral ha revelado el hartazgo que muchas personas sienten hacia esta exigencia, ya que hay muchas veces en las que alguien puede no estar de humor para responder los mensajes que recibe.
Aunque muchos se han mostrado de acuerdo con esta propuesta, también han sido muchos los que han hecho correcciones a este tuit, señalando que lo adecuado es comunicar nuestro estado de humor, y no ignorar a las personas. En respuesta a esto, hay quienes han recordado que no existe ninguna obligación de dar ese tipo de explicaciones. Como siempre, tanto unos como otros tienen parte de razón, y se trata más de un asunto de casuística que de una verdad absoluta de una parte o de la otra.
Nadie está obligado a dar respuesta a otra persona, pero sí que es importante actuar con empatía y responsabilidad afectiva. Hay quienes pueden sufrir mucho al no saber de nosotros durante largos periodos de tiempo (familiares, amigos cercanos, parejas…), y es nuestra responsabilidad tratar de no hacerles daño de forma deliberada. Cuando uno no está de humor para hablar de un asunto o tener una conversación con alguien, si esa persona es realmente importante para nosotros y siente una preocupación genuina, es mejor comunicar nuestro estado actual y posponer la charla. “Disculpa, pero ahora mismo no me encuentro con ganas de hablar” o “Si no te importa, prefiero que hablemos en otro momento” son algunas de las respuestas que se pueden dar en estos casos.
Aun con este tipo de mensajes, es probable que las otras personas se preocupen, pero sabrás que has actuado con toda la asertividad posible: respetando la sensibilidad de los que te importan, pero sin sacrificar tu propio bienestar. ¡Es complicado recordar ser empático cuando uno está de mal humor, pero hay que procurarlo siempre que sea posible!