CHOQUE GENERACIONAL
La sábana encimera es un objeto en peligro de extinción: mientras que los Xennials y los Boomers guardan decenas de ellas en su casa, los Millenials y la Gen-Z abogan por un mundo libre de sábanas de más. ¿Quién ganará la batalla?
Una de las cosas que más puede horrorizar a una persona mayor que visite la casa de alguien joven es su cama. No porque se la vaya a encontrar sin hacer, o porque esté hecha una porquería (eso es algo que tiene más que ver con el nivel de vagancia y falta de higiene de cada uno que con la edad), sino porque es probable que entre la sábana bajera y el nórdico no encuentre… nada.
Hacer la cama es una tarea tediosa, y con una población joven cada vez más decidida a no compartir su vivienda con nadie, la simplificación de las tareas del hogar es clave para la amortización de su tiempo. Son cada vez más los Millenials y los Gen-Z que se decantan por poner una sábana bajera para cubrir el colchón, y después dormir directamente en contacto con la funda nórdica. Al llegar el fin de semana, la ponen a lavar junto a la sábana, y asunto arreglado.
Por supuesto, esto significa que la funda nórdica se estropeará mucho antes de lo normal, pero teniendo en cuenta que, de todas maneras, el bolsillo aprieta mucho y ningún joven se gasta sus ahorros en una funda nórdica de calidad, lo cierto es que la pérdida no es tan grande.
Está claro que la sábana encimera también tiene sus ventajas: ofrece una capa extra de calor en invierno, separa el cuerpo de la muy probable composición de poliéster de una funda nórdica de baja calidad y facilita las coladas, al incluirse todo el juego de sábanas en una sola lavadora. Como en casi todos los debates sobre las costumbres del hogar, está en las preferencias de cada cual decidir si le conviene o no colocar una sábana encimera, ¡así que todavía no está claro si, comercialmente hablando, pronto les llegará su fin!