MITO O VERDAD
La próstata es el punto G de los hombres cis, y aunque en los últimos años se ha hablado mucho sobre su implicación en el placer sexual masculino, hay muchos mitos en torno a su estimulación. Te explicamos cuánto hay de verdad y cuánto de leyenda en este asunto.
La democratización de Internet ha llevado a que las personas se sientan cada vez más libres en el terreno sexual, ya que la información es accesible para todos y eso ha normalizado muchas prácticas que antiguamente se consideraban tabú. La estimulación del punto G de los hombres es uno de los temas más debatidos en redes, ya que todavía existe una parte amplia de la población masculina que no se anima a probarla, debido a su asociación con la homosexualidad. Pero, de la misma manera que la estimulación del punto G femenino se considera ya una práctica habitual y lógica, cada vez son más los que abogan porque los hombres también tengan acceso a este tipo de placer, sin que por ello se cuestione su sexualidad. Te explicamos cuáles son los mitos y las verdades sobre la estimulación del punto G en hombres.
El punto G en hombres está situado en la próstata, y se puede estimular de diversas maneras, no solo por vía anal. La forma más sencilla y menos invasiva de estimular el punto G de un hombre es mediante la zona perianal; es decir, la parte del cuerpo que une el ano con los testículos. Una simple presión en esa zona durante, por ejemplo, el sexo oral, puede ser suficiente para que la próstata o punto G genere un mayor placer en los hombres.
Por supuesto, una estimulación más cercana a través del ano siempre será más intensa que una presión de la zona perianal: es posible introducir un dedo lubricado o un juguete sexual en el ano, y presionar ligeramente con él apuntando hacia el ombligo. Un roce ligero será más que suficiente para producir el estímulo; no son necesarios los vibradores o las presiones fuertes: se trata de una zona sensible que puede dañarse con facilidad.
Por último, hay que recordar que cada cuerpo es diferente: no todas las mujeres sienten lo mismo cuando estimulan su punto G (algunas declaran, incluso, sentir desagrado con ello), y en los hombres puede ocurrir algo similar. Aunque está biológicamente demostrado que la próstata envía señales al cerebro cuando es estimulada, y que estas se traducen a menudo en placer, también es posible sentir molestia o grima. La autoexploración es siempre la forma recomendada para descubrir si la estimulación de la próstata o punto G te resulta placentera, ya que nadie sabrá hacerlo con más delicadeza que tú mismo.