DEBES SABER
Muchas veces nos ocurren situaciones a las que no sabemos poner nombre, y hoy hablamos de una de las técnicas mas recurrentes de tu cerebro para lidiar con ellas.
¿No te ha pasado alguna vez que estás en el coche conduciendo, pensando en mil cosas, y de golpe recuerdas que estabas conduciendo y sientes una especie de mini-shock? Este fenómeno se conoce como 'disociar' y afecta no solo a nuestra percepción, sino también a nuestro cuerpo.
Definimos la disociación como un proceso en el cual el individuo se distancia de ciertas experiencias o emociones. El cerebro lo utiliza a veces como mecanismo de defensa frente a una mala situación. Afecta en gran parte a la memoria y a la percepción de la realidad: por ejemplo, cuando estás en clase y la asignatura no te interesa o te aburre, sueles 'desconectar'. Por lo tanto, podemos decir que es la evasión de pensamientos, entornos, emociones e incluso de identidad.
Ya sabemos qué es disociar pero, ¿qué lo causa? Esta forma de actuar no es hereditaria, sino todo lo contrario: suele producirse por influencia de patrones biológicos, sociales o familiares. Lo que intenta hacer el organismo es reducir el estímulo que nos produce lo que está ocurriendo, y por eso utiliza falsas distracciones.
En los casos más graves, se manifiesta tras una experiencia traumática, como ser víctimas de terrorismo, violencia de género o violación. Esta vez la persona que lo sufre tiende a no diferenciar entre lo que es real de lo que es una fantasía.
Sin embargo, podemos detectar si la disociación es algo puntual (como el ejemplo anterior de estar en clase) o prolongado en el tiempo. Por ejemplo, uno de los síntomas más notorios es la pérdida de memoria: llegar a casa y no haber recordado nada de lo que ha ocurrido hace unas horas.
La pérdida de memoria crea confusión en la persona, y esto provoca estrés y ansiedad, que derivan, en algunos casos, en pesadillas e insomnio. Es muy importante que, si la disociación se prolonga en el tiempo, acudas a un especialista.