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MAL INFLUENCIADOS

Buda, Pocahontas y otras figuras históricas que tienen un aspecto diferente al que tenemos idealizado

Cuando pensamos en algunos personajes conocidos, a menudo la imagen de estas personas ha sido influenciada por la ficción.

Las figuras históricas que conocemos a través de una imagen, muchas veces, suelen ser representaciones que proceden de la ficción y de la fantasía, pero no son reales. Si nos paramos a buscar cómo eran realmente, nos encontraremos con que tienen un aspecto totalmente distinto al que siempre hemos imaginado.

Desde representaciones religiosas cuyo físico no coincide con su verdadero aspecto hasta los personajes más famosos de Disney donde ni la historia ni la imagen son los mismos, la verdad es que la ficción supera a la realidad.

La realidad de las figuras históricas que conocemos

Estas imágenes irreales como las que te mostramos en el vídeo, se han mantenido a lo largo del tiempo. Un ejemplo es la figura de Buda, fundador del budismo. Generalmente, le imaginamos como un sabio con sobrepeso sonriente porque así se le ha representado siempre, pero en realidad estamos muy equivocados. La auténtica imagen de Siddhārtha Gautama es de un hombre delgado, ya que según la tradición budista, una vez has sido iluminado renuncias a los placeres del mundo.

Por otro lado, aunque Disney nos presentó a la princesa indígena Pocahontas con unos rasgos muy marcados y afinados, en realidad no era así. Además, en lengua algonquina su verdadero nombre era Matoaka y se trataba de una niña de 10 años que nunca tuvo ninguna relación amorosa con John Smith. Otro desengaño es que Pocahontas no viajó por voluntad propia para defender los derechos de su pueblo, sino que en realidad fue llevada a la fuerza y obligada a cumplir con las costumbres occidentales.

Por último, en el cine también hemos podido ver una imagen de Cleopatra que se ha vuelto histórica y mítica. Siempre se la ha asociado como una de las mujeres más bellas del antiguo Egipto: pelo oscuro trenzado, labios carnosos, ojos rasgados, piel clara... Tanto su maquillaje como vestimenta la ha convertido en un personaje con personalidad propia. Pero según conclusiones de egiptólogos, Cleopatra más bien tenía la piel oscura y poseía un leve sobrepeso. Su nariz era grande y sus labios finos, todo ello contraponiéndose con la idealización que teníamos de la reina egipcia que desde siempre nos ha entregado el cine y la televisión.

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