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En un mundo donde todo sucede a un ritmo vertiginoso y cada uno tiene sus propias preocupaciones parece que ya no queda tiempo para estar por los demás.
Sin embargo, aún quedan personas que siguen dedicándose en cuerpo y alma al bienestar y la felicidad de otras.
Este es el caso de Peter Mutabazi, un hombre ugandés que se ha vuelto viral por su entrega y dedicación al cuidado y protección de niños.
La historia de Peter comienza en Uganda cuando vivía en la extrema pobreza. Allí comprendió mejor que nadie el valor que tiene la vida y la poca utilidad de las capacidades materiales.
Con 10 años fue rescatado de las calles del país africano y se pasó gran parte de su vida viajando por todo el mundo ayudando a la gente hasta que hace diez años se instaló en Oklahoma, Estados Unidos.
Desde que se instaló ha trabajado para una organización humanitaria cristiana mundial que ayuda a los niños necesitados.
Esa maravillosa labor de acogida que ha llevado a cabo con varios niños sin recursos le volvió famoso en el barrio. Fue en ese momento cuando conoció a Tony, un chico de entonces 11 años con el que se encariñó y quiso dar un paso más allá.
La vida de Tony no ha sido en absoluto fácil ya que fue doblemente abandonado. Primero cuando era un bebé y posteriormente por sus padres adoptivos.
Al conocer sus terribles vivencias, Peter no dudó en iniciar el proceso de adopción que resultó lento y arduo. Hasta el pasado noviembre no obtuvo la confirmación definitiva, momento en el que se celebró el juicio que reconocía legal y oficialmente su filiación con Tony.
Tan solo unas semanas después Peter recibió la ciudadanía estadounidense como compensación a su gran acto de solidaridad.
Durante este tiempo, Peter no ha dejado de lado su labor humanitaria y ha seguido acogiendo a pequeños y brindándoles un hogar. Esto ha hecho que obtenga la licencia de “Foster care” que regulariza la situación.
En los últimos cuatro años, ha acogido en su casa a un total de 12 niños a los que ha cuidado y tratado como si fuera un padre. Con Tony a su lado, que ahora tiene ya 13 años, se siente inmensamente feliz y con ganas de seguir aportando a la sociedad.
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