QUIZÁS ES DEMASIADO

Los Labubu están tan de moda que sus dueños han empezado a asegurarlos por miedo a que se los roben

Con su sonrisa dentada y orejas de conejo, Labubu se ha convertido en todo un fenómeno global. Tan fuerte es el apego emocional que despierta, que algunos de sus propietarios han llegado a contratar seguros que cubran su posible pérdida o robo.

Tiene dientes de tiburón, orejas de liebre y una expresión traviesa que ha conquistado a medio planeta. Labubu, un personaje nacido en una serie de libros infantiles en 2015, se ha transformado en una figura de culto gracias a la marca Pop Mart, que distribuye sus versiones en vinilo, peluche y llavero por todo el mundo. Lo que empezó como una criatura fantástica ideada por el artista hongkonés Kasing Lung, es ahora el nuevo amuleto pop de una generación.

La fiebre por Labubu ha alcanzado tal nivel que ya hay quien asegura su colección como si se tratara de joyas. Según datos de la aseguradora PassportCard, uno de cada tres jóvenes de la generación Z y los millennials ha considerado contratar un seguro para proteger sus Labubus durante un viaje. En Australia, donde la popularidad del personaje es especialmente intensa, uno de cada cuatro viajeros admite tener ese temor.

"No deja de ser un peluche, pero el hecho de que alguien se plantee protegerlo como objeto de valor dice mucho del vínculo emocional que genera", explica Peter Klemt, director de PassportCard Australia, tal y como recoge el medio Dexerto. Algunas fans, lo tienen claro: "Escuché varias historias de robos y decidí incluir mi Labubu en el seguro de pertenencias personales. No me lo pensé dos veces".

La locura no se queda en aeropuertos o maletas. En redes sociales, varios usuarios han denunciado hurtos de Labubus en coches e incluso en cafeterías. La rareza de algunos modelos y su reventa en plataformas online ha convertido estas figuras en un bien preciado. Incluso celebridades como Lisa (BLACKPINK), Rihanna o Dua Lipa han mostrado públicamente su fascinación por la criatura.

Pop Mart, consciente del tirón, sigue lanzando ediciones limitadas y "cajas sorpresa" que avivan aún más el deseo por este duende encantador que, aunque según su creador solo quiere ayudar, suele provocar el efecto contrario… incluyendo una pequeña paranoia colectiva.

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