Hogar o cuartel militar: las estrictas normas que unos padres les han puesto a sus hijas y que han indignado a las redes
PLACER CASERO
Desde frutas hasta herramientas pasando por productos de higiene y belleza.
Cuando estás descubriendo tu sexualidad, experimentas. Te toqueteas a todas horas intentando descubrir tu cuerpo y todas aquellas zonas que te hacen sentir ese cosquilleo y ese calor por dentro que lo inunda todo.
Y te frotas. Contra cojines, contra el pico de la mesa, la superficie de una silla, contra todo aquello que se interponga en tu paso. De pronto, nuestra mente quiere repetir una y otra vez esa sensación y se obsesiona con todo aquello que tenga forma fálica o cilíndrica.
Como eres joven, aprovechas los descansos del estudio para darte una recompensa antes de seguir con la dura tarea de hincar los codos y, además de hacer un repaso por tus redes sociales, le das un nuevo uso a los cantos de los libros, a los subrayadores, a los rotuladores y bolígrafos, al estuche entero.
Cuando ya no bastan los dedos, hay quien recurre a los productos de higiene personal: tampones, desodorantes, botes de crema de manos, peines, cepillos de dientes eléctricos o no, masajeadores faciales como el mágico rodillo de jade con numerosas propiedades de belleza o hasta los nuevos que llevan vibración incorporada. Y hablando de vibraciones... ¿has probado las ondas que emite un altavoz de música?
No contentos con estos objetos hay personas que van más allá y utilizan herramientas (destornilladores, martillos...) o productos de limpieza como palos de fregona, escoba o plumeros para introducirlos en sus lugares más recónditos.
El problema de recurrir a este tipo de productos en lugar de a juguetes sexuales reales son los riesgos que conlleva de infecciones, roturas o de que se queden dentro atascados y haya que acudir a urgencias a que el médico te lo saque.
Y no nos olvidemos de las frutas y las verduras (el plátano, la zanahoria, pepinos o calabacines). Como Elliot en 'Call me by your name' cuando profana un melocotón para masturbarse. Si te parecía una excentricidad quizá te sorprenda saber que hay personas que se entretienen en hacerle un agujerito a los melones y que hasta los calientan un poco en el microondas para recrear la acogedora sensación que les daría una vagina.
Hace un año también comenzó a circular por redes una peligrosa moda que consistía en calentar la piel de un plátano para hacerse una paja. Como decimos, nada recomendado por las posibles heridas o infecciones que pueda provocar.