Estaba posando para una foto en Cinque Terre cuando una gigantesca ola le pilló desprevenida
Selfi de niños
A quien se le ocurriera eso de poner una cámara en la parte delantera de los teléfonos tendrían que darle un premio Nobel. Quizá sin quererlo, inventó un nuevo género fotográfico que tiene tantos detractores como admiradores.
Y en ambos bandos hay un sentimiento común: cuando posas para un selfi casi no puedes poner tu cara normal, porque te sale una mueca a veces antinatural.
La confirmación de la autofoto como fenómeno global llegó hace unos años en la ceremonia de los Oscar, donde Brad Pitt, Jennifer Lawrence, Bradley Cooper y otros famosísimos astros del cine y la televisión, acostumbrados a fotógrafos de altos vuelos, se hicieron un selfi movido y con caretos para el recuerdo.
Ellos se lo pueden permitir, porque son guapos y molones, pero no todo el mundo sale igual de bien. De hecho, cuando ves a una persona echándose un selfi, puedes calcular que al menos otras dos están mirándola con cara de "qué hace este tío". Por no contar los selfis involuntarios...
Con tanta gente echando fotos a sus caras, no nos extraña que los niños cojan las mismas costumbres, y claro, el resultado es casi siempre muy cómico. Igual que sus mayores, el ejercicio de ser un poco narcisista no está bien visto ni a edades tan tempranas, con lo que cuando te pillan, te pasa como a esta niña.
Son solo seis segundos, pero en ese tiempo está concentrada la esencia de los selfis: un ángulo raro para la foto, morritos y pensar que nadie te está mirando cuando lo haces. Dos millones de personas se identifican totalmente con la niña, cuya cara de circunstancia al ser pillada delata un poco de arrepentimiento.
Ojalá sirva su ejemplo para que no se nos olvide cómo de ridículos podemos ser cuando nos ponemos postureros. Pero sin los selfis, ni Instagram, ni los grupos de WhatsApp y ni siquiera las pilladas serían lo mismo. Lo dicho: Nobel al inventor de la cámara frontal. Ya solo por las risas que nos ha dado lo merece.