¿ALUMNOS TRAMPOSOS?
La mezcla de realidad y ficción en su justa medida es lo que puede conseguir que un vídeo alcance niveles de popularidad con los que su creador seguramente ni soñaba. Esto es lo que está ocurriendo con un nuevo gag en el que un profesor empieza acusando a sus alumnos de hacer trampas.
"Llevo muchos años siendo profesor de estadística en Orlando. Esta es mi casa, aquí conocí a mi mujer. Y hoy ha llegado un día que no deseaba que llegara". Así empieza su intervención un profesor frente a sus alumnos, antes de mostrarle la media de notas de su clase. Los semestres anteriores, otras clases tenían una media en torno al 60%, pero los allí presentes rondaban el 90%. Para él, la explicación era evidente: todos habían copiado. Era la única opción lógica para entender que tal situación se produjera. ¿La solución? Repetir el examen, con nuevas preguntas desarrolladas la noche anterior.
El resultado es que los alumnos sacan notas incluso mejores. ¿Intervención divina? ¿Magia? ¿Pura suerte? Todas estas preguntas pasan por la cabeza del profesor al repetirlo una tercera vez, al jugarse la nota a que adivinen un número aleatorio de su cabeza… y al entender que esos alumnos son, sencillamente, imparables. Son la existencia misma del conocimiento que ha adoptado forma corpórea en múltiples entes y han sentado su culo en esos asientos, formando un consejo de élite capaz de resolver cualquier problema y cuestión que su profesor les lance. Y, cuando decimos cualquiera, es cualquiera. Si no nos creéis, dadle al play.
El éxito de este gag se debe, en gran medida, a su presentación. Hablamos de un vídeo con un aspect-ratio que parece antiguo, grabado a baja calidad, con ruido de fondo para el sonido que nos lleva a otra época. No parece un gag, parece una ventana a otro tiempo. Esto se debe a que el vídeo original en el que se basa, la bronca de un profesor a sus alumnos, se subió originalmente a la plataforma en el año 2010. Aquel caso era real y su existencia ha acumulado más de 16 millones de visitas. Y ahora le ha salido un hijo bastardo que, igual que aquel, acaba por hacer pensar a quien le da una oportunidad y disfruta del resultado.