¿BEEF VELADO?
La nueva colaboración entre Bizarrap y J Balvin ha sido recibida como algo más que una simple sesión musical. Lejos de la confrontación directa, la BZRP Music Sessions firmada por el colombiano introduce un cambio de tono y una posible referencia soterrada a viejas tensiones que muchos oyentes han pasado por alto.
Bizarrap y J Balvin han unido fuerzas en una sesión que marca un giro significativo en la trayectoria reciente del artista colombiano. Con una duración algo superior a los tres minutos, la pieza se construye sobre una base híbrida que mezcla referencias al vallenato —como guiño a las raíces culturales de Balvin— con una producción electrónica sobria, marca habitual del productor argentino.
Desde el primer momento, la sesión sorprende por su tono. Frente a las expectativas de una respuesta explícita a la célebre BZRP Music Sessions protagonizada por Residente, Balvin opta por un registro introspectivo y emocional. El tema gira en torno al amor, la vulnerabilidad y la memoria sentimental, reforzando la idea de que el artista atraviesa una etapa de transformación personal y creativa.
Sin embargo, esa aparente ausencia de referencias no es total. Al inicio y en distintos momentos de la canción, Balvin repite la expresión "for fun", una elección que ha despertado lecturas entre quienes siguen de cerca el relato musical de los últimos años. La frase conecta directamente con una de las líneas más reconocibles de la sesión de Residente, en la que el puertorriqueño justificaba su ataque asegurando que lo hacía "para divertirse".
La repetición de ese "for fun" funciona así como una alusión indirecta, que evita el enfrentamiento frontal pero no renuncia a lanzar una pequeña pulla. El guiño es breve y discreto, pero suficiente para que quienes conocen el contexto lo identifiquen como una respuesta elegante y calculada.
Más allá de esa referencia puntual, la sesión consolida una imagen distinta de J Balvin. La producción apuesta por una atmósfera contenida, romántica y reflexiva, muy alejada de los beats más explosivos que suelen asociarse tanto al artista como a las colaboraciones con Bizarrap. En lugar de alimentar la polémica, el colombiano parece interesado en cerrar una etapa marcada por la tensión mediática.
La colaboración adquiere así una dimensión simbólica. Sin negar el pasado reciente, Balvin elige resignificarlo desde la calma y la madurez artística. La indirecta está ahí, pero no busca reavivar el conflicto, sino dejar constancia de que el mensaje ha sido escuchado y procesado desde otro lugar.