ENTREVISTA
El artista mallorquín Luis Alberto Segura ha reinventado su proyecto L.A. para lanzar A Modern Odyssey, su disco más ambicioso. Tras un evento de presentación del disco me cuenta la inspiración detrás del mismo, porque ahora hace canciones mucho más cortas, que opina de la IA y como el panorama musical actual es "totalmente distópico y postapocalíptico. No es la industria que yo dejé en 2018".
Después de haber prácticamente desaparecido del sector musical durante cinco años —aunque lanzó un disco en medio—, L.A. vuelve con un nuevo álbum de 12 canciones titulado A Modern Odyssey (Virgin), que muestra al artista mallorquín como nunca antes lo habíamos escuchado.
Con una carrera que despegó por todo lo alto en 2009 con el exitoso Heavenly Hell, y que ha estado plagada de éxitos y discos, ahora regresa con el sexto álbum de su trayectoria, que presentó en Madrid con una pequeña listening party. Tras escuchar el disco completo, pude charlar un rato con Luis Alberto Segura sobre su regreso a la industria musical, el proceso de creación del álbum, la inspiración detrás del mismo, TikTok y la Inteligencia Artificial.
Aunque en 2021 publicó Evergreen Oak, Luis Alberto dejó de hacer giras en 2018 y se "retiró" temporalmente de la industria, por lo que este disco lo plantea como un renacer musical: pop en mayúsculas, ecléctico y contemporáneo.
— ¿Por qué tuviste ese parón musical en el que te apartaste un poco de la industria?
Para mí, el parón fue en 2018. Ese año decidí detener la maquinaria de L.A., que funcionaba con un ciclo de disco cada año y medio, seguido de una gira del mismo tiempo. Era como una rueda que se repetía desde 2009. ¿Qué pasó? Que fui teniendo hijos. Al tercero, en 2018, estando de gira por Europa con Band of Horses, me di cuenta de que o me encargaba de la familia o de la empresa. Decidí la familia y paré L.A. en 2018. Para mí, el parón fue ahí.
— ¿Pero sacaste un disco en 2021?
Claro, en 2021 publiqué Evergreen Oak, que grabamos en la montaña, en una especie de retiro maravilloso con mi familia, porque el cuerpo me lo pedía.
Reeditamos Heavenly Hell, que fue mi disco más conocido, con una edición de lujo. No pudimos hacer gira con banda. ¿Qué pasó? Que desde entonces he intentado reengancharme otra vez a lo que una vez fui o tuve.
He ido dando palos de ciego. Publiqué un disco en castellano. Saqué Evergreen Oak sin poder realmente representarlo en directo, porque las condiciones en las salas ya empezaban a cambiar.
— ¿Entonces este disco lo sientes como un renacer del proyecto?
Bueno, lo tomo con otra energía. Evergreen Oak lo hice con una energía de casa en la montaña, con leña y café, que no es la misma con la que puedes revivir un proyecto prácticamente en coma. Mantuve una fanbase, porque tengo la suerte de contar con un público muy fiel que está ahí cuando saco algo, pero no había crecimiento.
— Has pasado de hacer canciones de cinco minutos a temas de poco más de dos. ¿Tiene eso que ver con el mundo de TikTok?
Sí, he querido subirme a un tren donde hay artistas como Tyler, The Creator o Billie Eilish —por poner ejemplos mainstream— que tienen hits de dos minutos y quince segundos. Volvemos casi a los orígenes del pop, cuando los Beatles hacían magia en dos minutos y veinte. Y ahí siguen, perdurando en el tiempo.
Me he enganchado a esta tendencia por dos razones: una, por supervivencia, para entrar en el circuito actual, donde las canciones de cuatro minutos no las escucha ni Dios. Y otra, porque mis artistas favoritos recientes hacen canciones de dos minutos.
— ¿Este disco lo creaste solo o cuál fue el proceso?
Tiene un trabajo de laboratorio. Antoni Noguera, mi productor histórico, y Dimas, el batería de la banda, que también es productor, han sido clave. Ha sido una búsqueda constante de sonidos nuevos, estructuras innovadoras y melodías frescas.
— Tú haces las canciones, las letras y las melodías, pero las construyes con ellos.
La innovación en este disco ha sido trabajar sobre bases ya creadas, algo que nunca había hecho. Antes, siempre cogía mi guitarra, que tiene un repertorio limitado de acordes, por lo que solía trabajar con las mismas sonoridades. Pero en este álbum, de repente, Dimas o Sergio —el teclista de la banda— o el productor me entregaban progresiones de acordes que jamás habría imaginado. A partir de ahí construíamos una canción, algo muy del estilo de los raperos, que trabajan sobre bases.
— Haciendo música en inglés, ¿has triunfado más fuera de España que aquí?
No lo creo. Aquí es donde he consolidado mi fanbase. Curiosamente, el país donde más me escuchan es México. Ahí el trabajo que hicimos fue más fructífero, y el siguiente en la lista es España.
— ¿Qué planes tienes para el disco en términos de presentarlo en directo?
Ahora mismo ya estamos preparando la gira, estamos en ensayos y arrancamos ya. Hemos llegado un poco tarde para los festivales de verano, pero con las salas que haremos este año y todo lo que tenemos planeado para el otoño, casi que nos preparamos para la temporada que viene. Y, obviamente, volvemos a México.
— ¿Qué opinas sobre la llegada de la inteligencia artificial a la música?
No sé si es el futuro, porque creo que nadie lo sabe, pero sí es el presente. He flirteado con ella. Hay un programa llamado Moisés que, con inteligencia artificial, separa los tracks. Puedes tomar una canción de Buddy Holly y pedirle que te separe la línea de bajo con una nitidez absoluta. Luego puedes samplearla y usarla en tu propia canción.
— Pero eso no es lo mismo que decirle a una IA "compón una letra con mi estilo" o "transfórmame estos tres acordes en una canción".
Por ejemplo, Instagram puede ser una plataforma útil o, en un momento dado, un peligro. Lo mismo pasa con la IA: todo tiene un lado malo si se usa mal. En mi editorial me han contado que, casi a diario, deben rechazar canciones creadas con IA que intentan registrar. ¿Qué cambiará esto? No lo sé. ¿Qué se permitirá? Tampoco lo sé. Por ahora, la IA puede hacer cosas maravillosas.
— Volviendo al disco, ¿cuál dirías que fue la principal inspiración detrás de él?
El concepto del álbum parte de mi parón en 2018. Es como si hiciera un viaje virtual de dos horas a la galaxia, donde en la Tierra han pasado 30 años. Cuando regreso a la industria y a mi carrera musical, todo es fucking Last of Us, ¿sabes? Un panorama totalmente distópico y postapocalíptico. No es la industria que dejé en 2018. Ahora todo es más voraz, más rápido. El hype dura una hora, ya no un mes. Puedes tener un pico de likes o plays, pero mañana no eres nadie. Las discográficas buscan desesperadamente adaptarse a este tiempo distópico.
— Entonces, ¿dirías que las redes sociales, la inteligencia artificial y el fast food digital han transformado la industria?
Bajo mi punto de vista, como consumidor de música histórico y como artista que se ha nutrido de esa industria, tengo que decir que mi visión es esa. Mi visión es los tiempos nos están comiendo.
— Pero curiosamente, en medio de este panorama, las ventas de vinilos han aumentado.
Creo que es como cuando antes nos comprábamos camisetas de Guns N’ Roses o Nirvana. Ahora, más que merch, tener un disco en casa es una forma de demostrar fanatismo por un artista. Pero lo veo más como un objeto de colección que como un formato de consumo real.