DEMANDADOS

¿Son las escuchas de Drake en Spotify falsas y están infladas por bots?

Acusan a Spotify de ignorar miles de millones de reproducciones fraudulentas de Drake y la compañía sueca, que vive su peor crisis de reputación, ha sido demandada en Los Ángeles por ello.

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Spotify vuelve a estar en el centro de la polémica. A los problemas acumulados en los últimos años se suma ahora una nueva demanda que golpea directamente a la credibilidad de la plataforma: la acusación de que Spotify ha permitido la inflación artificial de reproducciones de artistas como Drake mediante bots. El propio Drake no está siendo demandado, pero su nombre vuelve a aparecer en titulares por razones que poco tienen que ver con su música. Otro capítulo más en la mayor crisis de reputación que la compañía sueca está viviendo desde su creación.

La demanda de RBX: acusaciones de bots y streams inflados

El rapero RBX, primo de Snoop Dogg, ha demandado a Spotify en EE. UU. alegando que la plataforma no ha logrado frenar la manipulación artificial de streams, un fraude que, según afirma, perjudica directamente a los titulares de derechos que cobran menos cuando las cifras globales se distorsionan.

RBX, cuyo nombre real es Eric Dwayne Collins, pide que el caso se convierta en una demanda colectiva y reclama compensaciones económicas. Su argumento es claro: si algunos artistas reciben escuchas infladas con bots, el reparto global de ingresos se desequilibra, porque los pagos se calculan según el porcentaje de reproducciones que recibe cada artista respecto al total de streams de la plataforma.

La demanda incluye ejemplos concretos. Uno de los más llamativos señala que, en solo cuatro días de 2024, al menos 250.000 reproducciones de la canción "No Face" de Drake se originaron supuestamente en Turquía, pero fueron geolocalizadas falsamente desde el Reino Unido mediante redes VPN para ocultar su origen. Según el documento, Spotify debería haber detectado ese comportamiento anómalo y actuado en consecuencia, y acusa a la plataforma de mantener políticas anti-fraude que son poco más que "una fachada".

Spotify ha rechazado comentar sobre el litigio, aunque sí afirma que "no se beneficia en absoluto del desafío que representa el streaming artificial para toda la industria" y defiende que invierte millones en sistemas para eliminar reproducciones falsas y retener regalías cuando detecta fraude.

Drake no está demandado: el acusado es Spotify

Es importante aclararlo: Drake no es parte del litigio. No se le acusa de inflar sus propias cifras ni de utilizar bots.

Lo que sostiene la demanda es que Spotify habría permitido, por negligencia o falta de control, que sus streams se inflaran artificialmente, afectando al reparto económico y perjudicando a miles de artistas más pequeños. El caso Drake es un ejemplo dentro de un problema más amplio: la falta de transparencia y los agujeros del sistema de medición y monetización del streaming.

El cantante canadiense Drake | Getty

La opacidad de los sistemas de medición de Spotify

Uno de los puntos centrales de la demanda es la opacidad con la que Spotify mide, verifica y publica las cifras de reproducción.

No existe un auditor externo, ni un estándar fiable más allá de lo que la propia compañía comunica. Las majors, los sellos independientes y los artistas dependen exclusivamente de que Spotify les diga cuántas veces se ha reproducido cada tema y cuánto dinero corresponde por ello.

En una industria donde cada stream cuenta esta falta de transparencia se ha convertido en un problema estructural. La demanda de RBX vuelve a ponerlo en evidencia: nos tenemos que creer lo que Spotify dice que ocurre en Spotify.

La crisis de reputación de Spotify

Spotify atraviesa una crisis de reputación sin precedentes, un desgaste que no proviene de un solo frente sino de la acumulación de polémicas que han erosionado la confianza de artistas, usuarios y parte de la industria.

Las críticas comenzaron a intensificarse cuando se hizo público que Daniel Ek, fundador de la compañía, invertía en empresas de tecnología militar, un movimiento que generó rechazo entre músicos que cuestionaron la ética de la plataforma.

A esto se suma el eterno debate sobre lo poco que cobran los artistas por reproducción y la sensación de agravio comparativo frente a los contratos millonarios que Spotify ha cerrado en los últimos años con figuras del podcasting como Joe Rogan.

Paralelamente, la aparición de canciones generadas con inteligencia artificial dentro de la plataforma ha despertado nuevas preocupaciones sobre el futuro de la creación musical y sobre si Spotify prioriza la cantidad de contenido por encima de su calidad o su origen.

Ahora, la demanda por supuestas escuchas infladas mediante bots golpea justo en el centro de su modelo de negocio y en la confianza en sus métricas internas. Todo ello compone un escenario en el que la reputación de Spotify está en su momento más frágil desde su fundación.

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