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SORPRESA DE SITGES
Este relato de realismo mágico comienza como un drama que quiere apuntar a thriller con trasfondo social, reflejando las diferencias de clase en la actual sociedad brasileña para convertirse en un cuento trágico al estilo de los mitos de Universal.
En los créditos de ‘As Boas Maneiras’ sus directores agradecen a Angela Carter y Walt Disney, entre otros, y dado que ambos reinventaron cuentos infantiles como marcos metafóricos para exponer temas más amplios y dicha herencia se refleja en las intenciones del guion de la película de los responsables de ‘Trabalhar Cansa’.
Tiene sentido usar el marco del cine fantástico para abordar temas de diferencias de clase, libertad sexual, deseo, maternidad y responsabilidad con la sociedad: todos ellos se tratan, en diferentes grados a lo largo de su historia de maldiciones y secretos.
Es una de las películas que más ha polarizado a los que han asistido a sus pases en festivales (Locarno, Sitges...) sin saber muy bien qué podían encontrar. Y es que ‘As Boas Maneiras’, con una narración amable pero sólida, va mostrando sus verdaderas cartas conforme nos adentramos en su historia de amor lésbico y revelaciones fantásticas.
El devenir de la historia de una empleada del hogar, proveniente de los barrios pobres, que se enamora de su jefa, de estatus social alto, toma tintes de terror clásico desde una perspectiva de humor muy negro y que va dejando claro lo que estamos viendo hasta que el momento clave de la obra, en su mitad, cambia la perspectiva completamente y se convierte en una historia intergeneracional de tintes épicos.
La película se trasforma en un cuento puro para llevar el terror de Universal, con sus personajes condenados y trágicos, al terreno de las favelas, a los barrios obreros de Río de Janeiro, constituyendo en todo su conjunto una historia épica al estilo de los grandes narradores sudamericanos.
No deja de ser una revisión de mitos cinematográficos antiguos por el tamiz de un estilo que nunca había tocado el tema, quizá lo único que se le parezca es ‘Nazareno Cruz y el lobo’, pero aquella carecía de la sensibilidad romántica de ‘As Boas maneiras’, que es capaz de poner los pelos de punta en su sencillez y ternura casi naif.
El dúo brasileño Marco Dutra y Juliana Rojas integran la realidad y la fantasía de la figura del hombre lobo como el motor para la exploración (y la perversión) de los códigos convencionales de esos cuentos de hadas.
Blancanieves o Caperucita roja sirven de base para deconstruir las convenciones pasadas mediante la transgresión y la sexualidad incontenible de sus personajes. La historia de una enfermera negra que se acaba encargando del bebé de una mujer blanca, lleva una inevitable reflexión sobre varias realidades paralelas y sus desequilibrios a través de contrastes extravagantes: el hombre y la bestia, racismo, desigualdad, lucha de clases frente al amor.
También hay reflexiones concreta sobre la noción de maternidad, en la forma en que, por un lado, afecta, como proceso biológico, al cuerpo femenino y, por otro lado, las implicaciones del proceso de educación de un nuevo ser humano.
La división de la película en dos partes diferentes tiene una concordancia con historia original de la Bella Durmiente, en la que, en la segunda parte, una vez que la princesa se casa y se convierte en madre, comienza a vivir con el temor de ver a sus bebés devorados por su suegra y además, enlaza con la tradición literaria que mezcla de fantasía y realismo, a menudo con historias que se extienden en el tiempo con varias generaciones.
La unión de la racionalidad con el subjetivismo total, da lugar a una película de autor en la que además, la música cuenta una compleja historia hecha de muchas capas, a la manera de películas como ‘Mary Poppins’, que es recuperada cuando la historia se nos relata a través de la voz de una vagabunda. Una rareza total, de las que sólo se pueden encontrar en festivales. En Sitges, con todo derecho, se ha llevado el premio de la crítica a mejor película, ex aequo con ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’.