Dibujos hechos con máquina de escribir: la técnica más alucinante
HASTA 400 MIL EUROS POR SU OBRA
La obra de Banksy llega a Madrid. Lo hace en una nueva feria de arte contemporáneo, URVANITY, que casi coincide en fechas con ARCO. Las obras del artista británico se cotizan en hasta 400.000 euros. ¿Dónde quedó el movimiento antiglobalización? ¿Y el anticapitalista?
Nueva York, verano de 2008. Ese fue el gran momento de Judith Supine. Una de sus particulares obras amaneció colgada del puente de Brooklyn. La policía llegó a pensar que era una persona al borde del suicidio, hasta un agente comprobó que solo se trataba de un enorme collage de papel.
¿Quién era Judith Supine? Nadie lo sabía, pero días antes sus collages habían aparecido en zonas estratégicas de la ciudad. Un par en Chelsea, junto a la tienda de Comme des Garçons, en la 22 oeste. Alguna en el Soho, por la zona de Houston. También en el East Village.
Judith Supine utilizaba recortes de revistas de moda y periódicos para crear composiciones llamativas, que luego fotocopiaba en gran formato y coloreaba con tonos fosforitos. Su temática hacía clara alusión a la sociedad de consumo, sobre todo a la industria de la moda, sus clichés, sus poses, su fachada. Arte, en definitiva, estético y reivindicativo.
Un par de años después una galería de Los Ángeles fichó a Supine. El artista aparecía con la cara tapada, se insinuaba que tenía problemas mentales. Su verdadera personalidad jamás se desveló. Hoy pueden comprarse una de las reproducciones numeradas de su obra en Londres por unas 1.500 libras.
¿Y la revolución artística dónde quedó? Pues aunque siguió pegando sus carteles por la ciudad, esto parecía más una promoción que una revolución. Muchos de los collage originales fueron arrancados de la pared. El papel sobre el que antes hacía pis un perro (con perdón), ahora luce en los mejores lofts.
Algo así es lo que le ha pasado a Banksy, pero a gran escala. Otro artista anónimo, urbano (o callejero), con un fuerte componente político en su obra. Banksy contra la globalización, Banksy contra la guerra, Banksy contra la explotación infantil, Banksy anticapitalista. Su discurso es más que conocido pero de lo que representó como icono artítico social, poco queda ya. Banksy ya es global y, sí, forma parte del sistema del capital.
Tazas, póster, camisetas, postales… Todo tipo de reproducciones de su obra. Hasta en la tienda de la Tate Modern, venden esos pequeños libros-mapa que te guían por los rincones que recorrió su obra. Hay tres volúmenes. De momento.
Ahora Banksy viene a Madrid. Lo hace su obra, acogida por URVANITY, una nueva feria de arte que casi coincide en fechas con ARCO, ambas dedicadas al arte contemporáneo. La nota de prensa, que usa bien el reclamo del artista (¿británico?), señala que por alguno de sus trabajos se han llegado a pagar más de un millón de euros. Nada mal, para haber empezado en la calle.
Lo cierto es que las obras de Banksy que se expondrán en España proceden de la galería holandesa Vroom&Varossieau, y están tasadas en precios que van desde los 195 mil a los 400 mil euros. El resto de artistas que participan, la mayoría también vienen del arte urbano, se cotizan a precios parecidos.
Lo que está claro es que el arte, desde el siglo XIX (cuando dejó de ser exclusivo de la nobleza) permanece en manos de la burguesía. Recuerda a Keith Haring (¿cuántas camisetas se habrán vendido?), o a Warhol, el artista pop por excelencia (y pop viene, no lo olvidemos, de popular) cuando visitó España y se paseaba por el barrio de Salamanca enganchado del brazo de Pitita Ridruejo, burguesa esposa de diplomático y admiradora confesa de la Virgen María. Vino, claro, a hacer caja, que le pregunten a Miguel Bosé.
También otros artistas como Dalí se entregaron al capital después de haberse formado en un ambiente revulsivo y de oposición al régimen franquista. Está en la memoria el retrato a caballo que le hizo a Carmen Martínez Bordiú, nieta de Franco, por encargo.
Que Banksy venda sus piezas no es nuevo, y ni siquiera alarmante. El problema es que mientras su trabajo se expone en una galería sigan destruyéndose piezas imprescindibles de arte urbano que, dispersas por el mundo, reflejan los verdaderos cambio e inquietudes sociales. El Five Pointz de Queens, por ejemplo. O los murales de Berlín.
El arte anticapitalista está acabado. O no, quizás esté más vivo que nunca solo que ahora en vez de aparecer una mañana en un cruce de calles, lo hace en un confortable salón.