DESTERNILLANTE
Un peluche Labubu supuestamente valorado en oro puro se ha convertido en la sensación de TikTok gracias a la cuenta The Jungle Pups. Esta influencer presumió de poseer una pieza única que eleva la fiebre por los Labubus a cotas estratosféricas. La tendencia se ha disparado… y ya habla de descontrol total.
El fenómeno Labubu, esos peluches de monstruos adorables —según su propio sello, ugly‑cute— ha alcanzado una nueva cota: un Labubu de oro de 24 quilates. La tiktoker conocida como The Jungle Pups ha viralizado una publicación mostrando esa valiosísima pieza, estimada en entre 30 000 y 50 000 euros, según fuentes del mercado del coleccionismo pero que muchos aseguran que es falsa. La sorpresa no ha tardado en convertirse en indignación.
Labubu nació como creaciones del artista Kasing Lung y se popularizó por Pop Mart a través de cajas ciegas. Desde su aparición en celebridades como Lisa de Blackpink, Rihanna o Dua Lipa, su valor se ha disparado en todo el mundo. Se ha llegado a subastar un muñeco tamaño real por más de 150 000 dólares en Pekín , pero ver ahora una versión chapada en oro se ha vuelto más viral que el resto aunque resulta evidente que no es real.
Además de las piezas exclusivas, los Labubus más habituales cuestan entre 20 a 30 euros, aunque las variantes raras o exportadas pueden alcanzar los 300. Pero uno de oro es historia aparte. La publicación de The Jungle Pups ha desatado multitud de memes en TikTok y X: algunos celebran el lujo extremo; otros critican la incongruencia de un juguete convertido en móvil de inversión y muchos señalan que es directamente falso.
Expertos en cultura pop apuntan que el modelo de negocio de Pop Mart, basado en la sorpresa, escasez y marketing emocional —emotional consumption—, ha convertido a Labubu en mucho más que un peluche: es un fenómeno de consumo y un activo de lujo. Sin embargo, la fiebre se ha ido de las manos: coleccionistas gastan miles y hay ventas en eBay por cifras astronómicas. Lo que estaba destinado a ser un objeto simpático se ha convertido en una pieza de sofisticado coleccionismo, turbando la línea entre juguete, moda y objeto de inversión.