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El beso de Rubiales es lo de menos

Becaria habla claramente sobre beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso y sobre el importante trasfondo detrás de este gesto que ha dado la vuelta al mundo.

El presidente de la RFEF, Luis Rubiales, en una fotografía de archivoEFE

"La que se ha liado por un beso, con la de problemas reales que tenemos", se repite hasta la saciedad en los comentarios de los diarios digitales, redes sociales y en las barras de los bares sobre el caso de Rubiales, Jennifer Hermoso y la Selección Femenina Española de Fútbol; el beso que más ha dado la vuelta al mundo después del que se dieron Britney Spears y Madonna en el escenario hace veinte años. Evidentemente, no son comparables, uno estaba programado y otro fue una decisión unilateral del macho. Y sí, un beso en sí, no deja de ser una gilipollez, depende del valor que cada cual le quiera otorgar al acto físico de rozarse labio con labio.

Lo importante es el trasfondo que hay detrás de un beso, la relevancia que las personas implicadas le dan y, sobre todo, si es deseado y hay consentimiento real; un escenario que no se ha dado entre la futbolista y su jefe supremo, el mismo que celebró su triunfo deportivo agarrándose las pelotas al lado de las monarcas españolas, la reina Letizia Ortiz y la infanta Sofía, carente de toda elegancia y saber estar. Aunque tuviese a quien tuviese al lado, hubiese dado la misma arcada con vómito al final.

Empezando por el principio, el resumen de los acontecimientos es el siguiente: la Selección Femenina Española de Fútbol gana el Mundial, es un pelotazo para el fútbol español y los señores de la organización lo acogen con mucha emoción, especialmente Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol que, al parecer, en estos momentos lo han dejado sin sueldo, sin coche oficial y le reclaman el móvil y el ordenador —esto huele a que se va a acabar marcando un Bárcenas. Tiempo al tiempo—. Sigamos. En esos instantes de efusividad y emoción, cuando tienen lugar las felicitaciones a las jugadoras, Rubiales le espeta un beso en los morros a la número 10, Jennifer Hermoso, previo agarre corporal impropio de un superior a sus súbditos. Aquí surge toda la polémica que baila estos días por todos los noticiarios, tropecientos comunicados de una parte y del otro, y la coronación en machirulismo que Rubiales se dio en su comparecencia en la asamblea extraordinaria en el meollo de esta crisis, a juzgar por las comprobaciones, inventándose una sucesión de acontecimientos y una conversación que no tiene pinta de haberse dado: "Yo le dije: ‘¿Un piquito?’, y ella me dijo: ‘Vale’. Fue el piquito, durante todo este proceso con varios manotazos en mi costado y despidiéndose con un último manotazo y yéndose riéndose. Esa es la secuencia". "¡No voy a dimitir!". "¿Un pico consentido es para sacarme de aquí?". Es para reírse la película que se han montado él y la RFEF con unas fotos que ni pidiéndoselas a la mejor IA se superan, pero es muy grave la actitud de la caverna que este hombre ha mantenido queriendo convencer a su víctima, a un país y al mundo, tergiversando palabras, actos y haciéndose la víctima, lloriqueando, usando a sus hijas y ahora también con su madre en la palestra, supuestamente encerrada en huelga de hambre en una iglesia de Motril que ha dado los mejores memes cristianos del verano. Ya es la única persona de confianza que le queda después de toda su caterva darle la espalda tras aplaudirle las ofensas.

Pero no, esta situación no es culpa de un beso no consentido e insano, el beso es la gota que colmó el vaso de un tipo con mucho poder y dinero, bañado en polémicas económicas y con mujeres, victimista y manipulador ("¡No voy a dimitir!"), un machista de libro con los puñitos tan apretados como sus testículos en los calzoncillos. Pero, siguiendo con la llorería, ¿qué es un beso robado en un ambiente laboral a una empleada? Que se lo expliquen a cualquier jefe, director o presidente en los juzgados.

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