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La filosofía del upcycling

CatDonalds: la idea para gatos callejeros de un matrimonio catalán que conquista el mundo

La asociación LlobreGats trabaja con materiales reciclados para dar cobijo a las colonias felinas de varias ciudades del Área Metropolitana de Barcelona. El proyecto ha generado interés en lugares tan lejanos como Nueva York, Montreal o Buenos Aires. Hablamos con sus creadores.

LlobreGats Agencias

Cae la noche en Sant Boi de Llobregat, uno de los cinco municipios más poblados del Área Metropolitana de Barcelona (AMB). Y como ocurre en cualquier otro lugar, los gatos toman silenciosamente las calles. Lo hacen, eso sí, con una diferencia: aquí disfrutan de unas completas instalaciones que se han convertido en referencia e inspiración para los defensores de los animales de todo el planeta.

Tras las singulares estructuras gatunas que pueblan muchas de las esquinas de la ciudad se encuentran dos personas: José Luis Rodríguez y su mujer, Pepi. Después de una década de voluntariado y otros dos años gestionando las colonias de la ciudad, ambos decidieron que era el momento de dar un paso más ambicioso en favor de estos animales.

“Mientras realizábamos el voluntariado nos dimos cuenta del tremendo sufrimiento de nuestros pequeños vecinos, que luchan por sobrevivir y conseguir algo de comida”, cuenta José Luis a Tribu Ocultas. “Sabiendo que su organismo necesita pequeñas dosis de alimento repartido durante todo el día y siendo conscientes que los voluntarios solo pueden realizar su labor una vez al día pensamos en cómo lograr puntos de comida e hidratación que estuvieran disponible las 24 horas del día”.

Parte de la solución vino del trabajo de José Luis en un punto limpio municipal: comenzó a aprovechar viejos materiales desechados por el Ayuntamiento para darles una nueva vida en forma de comederos, a los que bautizaron ingeniosamente como CatDonalds. Más tarde llegaron los CatHotels, en los que además de comer los gatos tienen espacio para dormir resguardados del frío.

LlobreGats | Agencias

La filosofía del upcycling

Más que reciclar, lo que hacen José Luis y Pepi es lo que se conoce como ‘upcycling’ o reciclaje creativo. Un término cada vez más popular que sirve para referirse al aprovechamiento de objetos para darles un nuevo valor y finalidad. “El reciclaje es caro y contaminante, pues hay que trasladar los artículos desechados a plantas de tratamiento donde los separan, después a las plantas donde los convierten en materia prima para luego pasar a las empresas fabricantes y volver a llegar al usuario como artículo nuevo”, explica José Luis.

Por el contrario, el ‘upcycling’ resulta, en opinión del 50% de LlobreGats, mucho más económico y respetuoso con el medio ambiente. “Con él evitamos que los materiales -sobre todo plásticos- contaminen la cadena de reciclaje o terminen ensuciando algún bonito paraje y su fauna por largo tiempo”, asevera. Hasta ahora, los datos apoyan su tesis: en 50 colonias se han reutilizado tres toneladas de materiales, el 90% de ellos plásticos.

A todo ello se le une la colaboración ciudadana a la hora de decorar las estructuras. En localidades como Abrera, donde también están presentes los CatDonalds y CatHotels, varias estudiantes de Bellas Artes se encargaron de darles un colorido lavado de cara. Para los últimos, instalados en Sant Juts Desvern, se elaboraron unas sobrias pero vistosas plantillas confeccionadas con radiografías reutilizadas. “Como no tenemos arte para dibujar, hemos hecho 40 plantillas: ahora basta co un poco de spray para decorar sin desgraciar nada”, bromea José Luis.

El hecho de haber tenido en cuenta todas las vertientes del proceso, desde el prioritario bienestar de los felinos hasta el respeto al medio ambiente, pasando por el valor artístico de de las instalaciones, es lo que ha llevado al proyecto a dar la vuelta al mundo. La New York Feral Cats Initiative ha impartido cursos sobre la construcción de refugios para gatos con material audiovisual de LlobreGats. Ciudades como Buenos Aires, Camberra u Ottawa han mostrado interés por la iniciativa. E incluso la SPCA de Montreal llegó a pedirles que fabricaran refugios para ellos (“algo imposible por distancia e infraestructura”, lamenta José Luis).

Ya sea en un municipio catalán o en el otro rincón del globo, para José Luis y Pepi la prioridad está clara: el bienestar de los gatos. Porque al contrario de lo que se piensa, ellos no tienen siete vidas, sino una sola. Y los responsables de LlobreGats, como todos y cada uno de los voluntarios que trabajan por ellos en cualquier lugar, tienen claro que ésta merece ser la mejor posible.

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