@DIOSTUITERO
Tras el escándalo con el celibato eclesial ocurrido recientemente en la localidad de Solsona esto es lo que Diostuitero tiene que decir al respecto.
Anda la grey de Solsona muy revuelta porque se ha descubierto que su joven y reaccionario obispo, antaño martillo de herejes y látigo contra cualquier cosa que oliese a progreso y modernidad, ha demostrado ser humano y anda en relaciones nada más y nada menos que con una escritora de novelas erótico satánicas.
Desde El Pájaro Espino no se montaba tamaño escándalo con esto del celibato eclesial, y eso que desde siempre la historia ha conocido a ese cura que vivía con su "sobrina" o ese otro que consolaba a más de una viuda y no viuda. En el País Vasco, antiguamente, no se dejaba entrar a vivir a ningún pueblo a ningún cura que no viniese ya con su barragana, que mis queridos predicadores siempre han tenido mucho peligro en el confesionario. Y es natural.
Como ya apuntaba San Ulrico, el celibato es una aberración que produce otras (todos sabemos de qué hablo), impuesto además por motivos económicos (herencias) y nada teologales.
Para empezar, en ningún lugar de la Biblia aparece Jesucristo diciendo que haya que ser célibe. San Pedro, el primer Papa, estaba casado ( los evangelios narran que Jesús curó a su suegra, no sabemos qué tal le sentó eso a Pedro); y es más, en su Primera Carta a Timoteo, San Pablo señala que "es preciso que el obispo sea un hombre sin tacha, casado solamente una vez...que sepa gobernar bien su propia casa, y educar a sus hijos con autoridad y buen juicio...los diáconos han de ser hombres casados una sola vez..."
Durante muchísimos siglos los sacerdotes se casaron. Aunque se prefería que los curas fuesen solteros, se ordenaba también a los casados, y si bien diversos concilios y papas promulgaban que éstos debían ser célibes, aquello no lo cumplía ni Dios. No sólo los sacerdotes, sino multitud de obispos y Papas tuvieron mujeres e hijos. Incluso hubo Papas hijos de Papas.
El Concilio de Elvira (306) decretó que todo sacerdote que durmiera con su esposa la noche antes de dar misa perdería su trabajo. Así que el resto de noches sí lo podía hacer, y con más ganas.
El famosísimo Concilio de Nicea (325) dictaminó que una vez ordenados, los sacerdotes no podían casarse. Pero si ya lo estaban de antes, no pasaba nada.
Los documentos demuestran por ejemplo que en el siglo VII la mayoría de los sacerdotes en Francia eran casados. En el siglo VIII San Bonifacio informa al Papa que en Alemania casi ningún obispo o sacerdote es célibe.
Generalmente se considera que fue el I Concilio de Letrán (1123) el primero que decretó que los matrimonios clericales debían considerarse nulos, pero no excluyó totalmente la ordenación de hombres casados. Ni siquiera el durísimo Concilio de Trento (1563), que estableció que la virginidad y el celibato eran superiores al matrimonio, lo hizo.
Lo de Letrán llegó porque entre la compra de cargos eclesiásticos y la cantidad de concubinas que tenía el clero de Roma la cosa se había ido de las manos. El Papa León IX (1049-1054) ordenó confinarlas a todas en el Palacio de Letrán ( me imagino que tendría que hacer una ampliación) y en el año 1095 el Papa Urbano II tuvo un ataque de caridad cristiana y ordenó vender a todas las esposas de los sacerdotes como esclavas y sus hijos fueron abandonados.
Todas estas disposiciones e intentos vienen a demostrar que al final la cabra siempre tira para el monte y que "lo de la jodienda no tiene enmienda."
Volviendo al marco legal, tenemos que irnos al Código de Derecho Canónico de 1917 ( refrendado por el actualmente en vigor de 1983) para ver claramente declarados "impedidos" para recibir las órdenes sagradas a quienes tengan esposa ( del sacerdocio de las mujeres hablaré la semana que viene).
Y ojo, que aún así hoy se permiten excepciones, ya que desde 1951 en casos particulares se permite a ciertos hombres casados, antiguos pastores luteranos, calvinistas o anglicanos ser ordenados sacerdotes en la Iglesia católica latina y continuar con su vida conyugal completa. Sí, amigos, en cuestiones de portabilidad, la Iglesia te iguala el contrato si vienes de la competencia. Para los ya abonados, ducha fría y la tarifa normal.
En el futuro, el celibato de los sacerdotes caerá por su propio peso ( la clara falta de vocaciones es una señal), y más le vale a la propia Iglesia atólica apostólica y romana , acérrima defensora de la familia, hacer caso de nuevo a San Pablo ( perdonad que vuelva a él, pero fue el fundador del chiringuito) y sus célebres palabras:
"Más vale casarse que abrasarse". Amén. Y amen.