@BECARIA_

Facha de barrio

Becaria habla sobre las personas mileuristas, de clasa baja y de barrios obreros que acaban votando a partidos de derecha, teniendo ideas y actitutes machistas y racistas.

Obrero trabajando en una fábricaPixabay

Juan Manuel dice que "fuera los moros del barrio". A sus 37 años, trabaja de en una nave de material eléctrico por apenas mil euros y es el último eslabón de la cadena: llega a la empresa, cumple con su labor, aprovecha para cargar el móvil, come, usa el cuarto de baño y se va cuando le dejan, sin cobrar horas extra. Lo que ensucie en el cortijo del patrón, no lo ensucia en su casa, y así celebra que hace unos días, el 19 de noviembre, fuera el Día del Hombre y el Día del Retrete, matando dos pájaros de un tiro con tan relevantes y vinculadas festividades, pues hurtar un rollo de papel higiénico con tres capas de vez en cuando es su salario emocional.

Vive en un barrio obrero en el extrarradio, en un edificio con una placa en el portal que dice: "Edificio construido al amparo del régimen de Viviendas de Protección Oficial", construido durante la dictadura de Paco El Monórquido para obreros. En su ventana ondea una bandera de España desteñida, comprada por dos euros cuando inició la pandemia. Necesitaba ponerse por encima de sus vecinos extranjeros exhibiendo su pedigrí español con un trapo del bazar chino.

Está en contra de las paguitas. Eso es un invento de los rojos que no quieren trabajar y de las mujeres que denuncian falsamente por maltrato a sus maridos porque no aspiran a más que vivir del cuento y quitarles los niños. La culpa de todo la tienen "El Coletas", Perrosanche e Irene Montero, la mafia del gobierno corrupto actual que no nos deja encender la calefacción porque se gasta todo el combustible en el Falcon para que se dé paseos el presidente que va de guapo y la feminazi de la ropa morada con las chochocharlas.El machista con ideas preconstitucionales reduce la figura de la mujer a un coño.

Él, que trabaja a destajo por mil euros, no le gana nadie a patriota. Ahora, más que nunca, es un gran activista por los derechos de los ricos. Juan Manuel no tiene dónde caerse muerto, pero aspira a ser uno de ellos, y emocionalmente es de clase media con su sueldo mileurista y su residencia de construcción humilde sin calefacción y aspecto soviético.

Repite como un loro que todo son chiringuitos, entes ficticios disfrazados de legalidad infiltrados en la sociedad española: el chiringuito de la educación, la sanidad, el feminismo, la ideología de género. Asociaciones que ofrecen charlas sobre cómo masturbarse, contra la violencia de género, contra la homofobia o para explicar la diversidad sexual, la transexualidad o cómo poner un condón y no quedarte sin pene o pena en el intento.

Como buen español, Juan Manuel se manifiesta para que bajen los impuestos a los ricos y que no tengan que pagar por recibir donaciones o herencias millonarias. Menos pufo con Hacienda y más cañitas y libertad. Juan Manuel comparte por WhatsApp bulos de fraudes distribuidos por algún periodista borracho por Telegram. Juan Manuel lucha por el beneficio de los ricos, que para él será un ladrillo más en su mochila de pobre, y cuando vaya al médico y vea que no hay médicos de urgencias o le den la cita con un especialista para dentro de un año, la culpa también será de los rojos, los comunistas, los perroflautas y los bolcheviquebolivariarios.

Fascista es un calificativo caducado que se ha desvirtuado, pero así es Juan Manuel, un hombre pobre y un pobre hombre; un facha de barrio.