@BECARIA_

Gente muerta por dentro

Becaria escribe sobre la gente que desayuna aguacate, confía su vida a la existencia de un ser superior o sostiene que el sexo solo debe ser practicado para procrear.

Hombre señalando a cámaraPixabay

En este mundo de los vivos, a lo largo del día toca comunicarse con no poca gente muerta por dentro. Convivimos como en un doble plano constante que nos obliga a cuestionarnos si la moribundez que inunda las calles, las oficinas, los comercios, las ventanillas de los organismos públicos, las redes sociales y el tú a tú en general, forman más parte de la vida o del Más Allá.

Gente comentarista en los diarios digitales en Facebook

Siempre se habla de que Facebook es un cementerio, la red de los viejos por antonomasia, pero a pesar de la subida de su edad media y los batacazos de Mark Zuckerberg, parece que va a durar más que Twitter desde que está al mando la neurona a la virulé de Elon Musk. Yendo a lo importante, al asunto de la moribundez de Facebook, y más concretamente a los comentarios del pueblo llano en las publicaciones de grandes medios y periódicos autonómicos y locales, ahí se cobija lo mejor de cada casa con las constantes vitales por los suelos. Todas las averías de la psique unidas entrando en colisión por una misma causa política, sanitaria, volcánica, económica, feminista, homófoba o criminológica, y sin tener nadie razón. Ojalá nunca se muera Facebook tanto como sus cerebros. Que Zuckerberg se mantenga siempre en nuestros corazones y las contraseñas bien memorizadas en nuestras aplicaciones.

Gente que desayuna aguacate

Después de quienes no comen la galleta del café "porque engorda", la gente más triste y muerta por dentro alimenticiamente hablando es esa que sin ningún problema de salud, decide limitar sus desayunos a pan duro con aguacate y algún brebaje con leche de soja, avena o cualquier insípida sustancia de la sección eco del supermercado o del herbolario. Esta gente está tan muerta por dentro que no le basta con alimentarse, sino que siempre que puede, le recomienda al resto del mundo su dieta con "superalimentos" y otras magufadas leídas u oídas a algún o alguna influencer nutricionista sin titulación que sonríe de cara a su cámara de última generación y sufre almorranas mentales en silencio. Sus menús hacen que un chocolate líquido de máquina de oficina parezca gourmet.

Gente que confía su vida a la existencia de un ser superior

Tener creencias religiosas o supersticiosas basadas en algún personaje milenario de madera y dotarlo de poderes sobrenaturales y espirituales post mortem, también es señal de estar carcomido por dentro aunque el corazón siga latiendo. Las pajas mentales de ultratumba y vida eterna siempre han estado en la esperanza humana por vivir otra vida después de la muerte, como si fuese esto una partida de Super Mario Bros. Hace siglos, cuando las personas se agarraban a un clavo ardiendo para comer o curarse una enfermedad, todavía tenía su pase, pero que en 2022 se siga creyendo que un melenudo vestido con una sábana creó el Universo, es una ofensa a la Ciencia y a la existencia propia y ajena.

Gente que sostiene que el sexo solo debe ser practicado para procrear

El culmen del exitus letalis interior lo marcan quienes dicen que el sexo solo cabe practicarlo con fines procreadores. Suelen coincidir con quienes creen en una vida posterior o reencarnación y deben de pensar que, si han tenido caricias y orgasmos, su dios de referencia les perseguirá por detrás con un látigo hasta dejarles el alma en carne viva. Otros mueren con la inquietud por haberse pajeado como macacos, por haber usado una vagina en lata en secreto o haber intentado estimular la próstata con el bote de desodorante roll-on a oscuras creyendo que así no se enterará su gurú espiritual; el melenudo, el otro greñas o el que está sentado con las piernas cruzadas, y sin haberse atrevido a confesarlo a su cura o al confesor de su confesión de turno. Con lo bien que lo hubiesen pasado juntos. Almas en pena calcinadas por la depravación.