El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
EL ORIGEN DE LA PRENSA GAY TRANSITÓ DEL EROTISMO AL ACTIVISMO
El pasado mes de febrero, en la ABC, se estrenó ‘When We Rise’, una miniserie de ocho capítulos sobre la conquista de los derechos de los homosexuales en Estados Unidos. La serie, producida y dirigida por Gus Van Sant, arranca con los famosos disturbios de Stonewall y recoge los testimonios de los héroes y mártires que siguieron luchando durante los setenta.
Como Cleve Jones, responsable de una de las primeras organizaciones de enfermos de sida, o Harvey Milk, de quien Gus Van Sant ya dirigió en 2008 un biopic. En la historia de la lucha por la igualdad de los gays y lesbianas, sin embargo, quedan aún muchos nombres pendientes de reivindicar. Ni siquiera James Franco los ha llevado al cine todavía.
Herman Lynn Womack, un profesor albino de Mississippi que en 1958 dejó a sus mujer y las clases en la Universidad de Washington para dirigir una revista homoerótica, es uno de esos nombres. Si no aparece en ‘When We Rise’, es porque el año en el que las chicas de Stonewall se liaron a pedradas con la policía de Nueva York lo pasó en la celda de una cárcel.
Para entonces su lucha había ya concluido y sus logros comenzaban a disolverse en la frenética década de los 70. Harvey Milk es un nombre más corto y sencillo de recordar. Sobre el de Lynn Womack, por otro lado, cayó una losa tan pesada como una acusación de pedofilia.
La revista de Womack se llamaba ‘Grecian Guild Pictorial’ y estaba especializada en culturismo. En realidad, era una revista gay. Es verdad que sus artículos abordaban temas como la gimnasia, la nutrición o incluso la filosofía antigua, pero eran las fotos que acompañaban los textos el auténtico reclamo para los lectores.
Utilizar el culturismo como tapadera para vender porno gay y que un John cualquiera pudiese deleitarse con los adonis de la revista sin que su esposa sospechara, no fue, sin embargo, el mayor mérito de Womack.
Desde 1945 existía ya ‘Athletic Model Guild’, la verdadera precursora del fenómeno ‘beefcake’, y es a Bob Mizer, su fundador, al que debe colgarse esa medalla.
Lo realmente novedoso en ‘Grecian Guild Pictorial’ fue que sus lectores podían contactar los unos con los otros. En el segundo número de la revista, en efecto, se inauguró una sección de cartas que favoreció la aparición de una de las primeras comunidades gay modernas, en la que homosexuales de todo el país podían hablar los unos con los otros.
Hasta entonces, revistas como la de Mizer no se habían atrevido a publicar algo así. Gracias a Womack, un granjero gay de Kansas podía descubrir que había otros como él (y no solo en Nueva York) y que, al fin y al cabo, no estaba tan solo.
Con la suscripción a la revista incluso te regalaban un pin que resultaba de lo más útil a la hora de ligar con otros lectores de la ‘Grecian Guild’ de viaje en San Francisco.
Casi tan práctico como las guías de cruising o de bares de ambiente que más tarde se publicarían también en Guild Press, la editorial de Womack. Esa fue su verdadera contribución a la lucha LGTB: crear la primera red de contactos gay.
Los problemas comenzaron cuando en enero de 1960, J. Edgar Hoover, el director del FBI, ordenó a sus agentes que detuvieran a todos aquellos individuos que estaban minando los Estados Unidos de fotografías obscenas y revistas salaces.
Solo dos semanas después, la primera acusación contra Womack fue formulada. Se le acusaba de haber usado la red de correos americana para distribuir pornografía. Pero Womack no se amilanó. Presentó un recurso de apelación y, gracias a ello, un juez dictaminó que sus revistas no eran ofensivas ni obscenas.
La sentencia inflamó aún más el coraje de Womack, que ya no solo publicaría sus revistas ‘beefcake’, sino también poesía, novelas, cuentos, ensayos, guías de turismo y, en general cualquier cosa que contribuyera a normalizar la homosexualidad.
En una de dichas novelas, por ejemplo, el protagonista, después de haberse pasado toda la historia negando su sexualidad, termina concluyendo que “si Dios permite que un chico ame a otro chico y se sienta afraid sexualmente por él, debe ser natural incluso aunque la sociedad no lo apruebe”.
En otra, un joven gay dice: “No soy muy diferente de los demás. Tuve una infancia feliz y sin problemas. Quizás eso es lo único raro en mí: en muchos aspectos soy de lo más normal. Lo único que me pasa es que me gustan los chicos. Y no estoy avergonzado por ello”.
Pronto las publicaciones de Womack fueron adquiriendo un tono más político y combativo, atacando la homofobia existente en todas las instituciones y en la psiquiatría de la época. En un editorial de 1964, llamó a los gays y lesbianas a la acción.
En abril de 1970, dos meses antes de los disturbios de Stonewall, el FBI organizó una redada en Washington y Womack fue acusado de haber usado modelos menores de edad posando en calzoncillos en sus revistas.
Fue condenado con una pena de dos años y medio a siete de prisión, de los que finalmente solamente cumpliría seis meses.
Después de salir de prisión, Womack se fue a vivir a Florida, donde murió en 1985. Para entonces, era pobre y todo el mundo le había olvidado.