Una pareja descubre que su casa es una gigantesca colmena después de que la miel comience a gotear por las paredes
Hikari Ōe, hijo del premio Nobel de Literatura de 1994, se convirtió en un compositor de éxito
La historia de esta familia la ha recogido Javier Cancho siguiendo la pista que había dejado el tuitero @hombrerevenido a través de un hilo en la plataforma. Pero empecemos por el principio.
Así se iniciaba el relato en Twitter. Que una madre te diga eso es un poco duro. Parece que la de Kenzaburo no le auguraba nada bueno a su propio hijo. Sin embargo, con solo 23 años ganó el premio Akutagawa, el galardón más prestigioso de la literatura en Japón, con su relato 'La presa'. Y solo dos años después se casaba con Yukari Itami, junto a la que compartirá su vida y un hijo. Los problemas llegaron precisamente con su nacimiento.
Los pronósticos médicos aconsejaban no operar al pequeño, ya que aunque todo saliera bien, padecería secuelas irreversibles. El mismo Kenzaburo optaba por ello. Pero Yukari estaba convencida de que si había una mínima posibilidad debían probarla.
En aquel entonces el escritor viaja a Hiroshima para realizar un artículo sobre los médicos que trataban a las víctimas de la radiación. Cuando conoció la realidad de aquellas personas y la perseverancia de muchas de ellas, decidió apoyar a su pareja en la decisión de operar a su hijo.
Semanas después de la vuelta de su viaje, y tras la intervención, el pequeño Hiraki sobrevive pero con consecuencias: discapacidad intelectual, ceguera parcial, epilepsia y autismo.
Yukari y Kenzaburo se dedicaron a examinar con detenimiento cada gesto de esa “flor preciosa”; trataban de ver si se producían cambios para encontrar la manera de conectar con él. Un día, la madre acabó percatándose de algo cuando Hiraki escuchaba el sonido de los pájaros.
Así que Kenzaburo consiguió un disco en el que se recopilaban diferentes cantos de pájaros y en el que además una voz identificaba el nombre de la especie que lo originaba.
Un día, el escritor salió a dar un paseo en bici con su hijo. Y entonces:
Rascón: la primera palabra del pequeño. Reconoció a ese pájaro rechoncho gracias a su canto, porque había memorizado los 70 diferentes que recogía el disco que le trajo su padre. Desde ese momento, jugaría todos los días con sus padres a adivinar el gorjeo de las aves. Más tarde conocería la música clásica y a Mozart, el compositor favorito de su madre.
A los 11 años Hiraki se inicia con el piano. Comenzó a tomar clases como parte de su terapia. Su profesora, Tamura, comprende que los condicionantes físicos de su alumno pueden suponerle una dificultad en su aprendizaje porque Hiraki carecía de coordinación. Sin embargo, su capacidad de concentración era admirable.
En 1992 salió el primer cedé de música de Hikari Oe con 25 piezas cortas para piano. Vendió 80.000 copias. Y solo fue el principio.
Mientras tanto, y durante todo el aprendizaje de Hiraki, Kenzaburo escribió. Entre sus obras más importantes se encuentra 'Una cuestión personal' (1964), 'Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura' (1966) o 'El grito silencioso'. Escribió sobre muchos temas, pero se centró sobretodo en su hijo.
Y así, el canto de los pájaros estará grabado en la memoria de Yukari Itami, Kenzaburo y Hikari Oe.
Como recuerdo de lo que supuso, @hombrerevenido cuenta que el jardín de la familia está lleno de casitas y comederos para aves. Una reminiscencia del descubrimiento que marcó un antes y un después en sus vidas.