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Solo el 24% de los profesionales del cine son mujeres
Discriminación positiva, premios y trabajo la fórmula para acabar con el techo de cristal de las mujeres en la industria cinematográfica.
María del Puy vivió una situación excepcional cuando en febrero de este año el cortometraje Madre, producido por su empresa, era nominado a los Goya y a los Oscar. Casi en simultáneo la creadora de Malvalanda comprobaba que años de trabajo y experiencia no habían sido en vano.
Malvalanda, la productora que ideó para poder realizar su primer corto, había llegado al lugar más alto que la industria del cine puede ostentar: los premios. Esa posibilidad de hacer visible por un breve espacio el trabajo soterrado y mayoritariamente ocupado por hombres.
Un amigo de María, conocedor de lo involucrada que está en el movimiento feminista, le dijo una frase que ella repite antes de la entrevista. “A las mujeres las educan para la eficiencia y a los hombres para la excelencia.” Las cinco personas que la escuchamos, todas representantes del sexo femenino, hacemos un silencio. Repetimos mentalmente lo que acabamos de escuchar, lo hacemos propio.
Ese mismo día, en el informativo de la mañana, una de las noticias daba cuenta de que el número de mujeres que mueren como consecuencias de infartos fue en aumento. El motivo era tan simple como no acudir de inmediato a urgencias ante los primeros síntomas. Los veinte minutos que pueden salvar la vida suelen ser ocupados en terminar lo que esa mujer esta haciendo. En relegarse.
La industria cinematográfica no presenta ningún distingo de la sociedad que parece estar despertando de un patriarcado ancestral.
Durante el 2017 solo el 24% de los trabajadores del sector cinematográfico fueron mujeres. La idea generalizada de que los hombres hacen mejor las tareas de mando y responsabilidad no acaba de extinguirse en el séptimo arte.
Según el último estudio de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales), el sector de belleza y vestuario sigue siendo un rol predominantemente femenino, mientras que las áreas de fotografía y composición musical, por no mencionar la técnica, prácticamente no cuentan con mujeres. En la dirección, solo el 15% del total de los realizadores son mujeres.
A nivel internacional no es muy distinto. Hicieron falta 82 de años de trayectoria, para que la Academia de Cine de Estados Unidos reconociera a una mujer como mejor directora. En los premios Oscar del 2010, Kathryn Bigelow, recibía el galardón a mejor dirección por Tierra Hostil y sentaba un precedente más que llamativo.
Las mujeres también dirigen aunque no se las reconozca. Atrás quedaba esa idea arcaica de que los hombres contaban historias universales y las mujeres se centraban en temas netamente femeninos.
La implementación de la discriminación positiva, algo que María de Puy rescata como muy positiva dentro de la industria, está dando los primeros resultados. Pese a la incertidumbre de algunos sectores y el rechazo de otros es, de momento, la única posibilidad que han encontrado las mujeres para deshacerse del techo de cristal. Políticas como estas ayudan a que las opciones y posibilidades sean algo más equitativas.
Para María del Puy el cambio ya ha comenzado. Nota en sus alumnas de la Universidad una consciencia al respecto.
“Las escucho hablar y pienso, las cosas van a cambiar en 20 años. Yo creo que no voy a vivir la igualdad plena, lo veo difícil, pero todos podemos poner nuestro grano de arena para que eso suceda”.
El éxito del cortometraje Madre fue tal, que durante este año se estrenará el largometraje. Rodrigo Soroyen también estará en la dirección y Malvalanda repetirá en la producción.
Los premios y nominaciones que marcaron el estreno de este corto facilitaron la realización de la película que, en palabras de María, se convierte en una historia de superación personal.