El emotivo momento en que un niño paciente de cáncer se reúne con sus hermanos tras seis meses en el hospital
SI FUÉRAMOS MÁS SENSORIUM QUE SAPIENS...
En ‘Sense8’ la habilidad de sus protagonistas para compartir sus conocimientos y sentimientos es la solución para casi todo. Las hermanas Wachowski hablan de la fuerza del grupo, de la tolerancia y de la empatía como receta para un salto evolutivo de la raza humana, del homo sapiens al homo sensorium.
‘Si os soy sincero, yo nunca he tenido tanto miedo. Me he pasado toda la vida fingiendo ser algo que no era. Y para convertirme en lo que quería ser, no podía ser lo que soy. Soy homosexual".
Quien habla así es Miguel Ángel Silvestre metido en la piel de Lito Rodríguez, uno de los ocho protagonista de ‘Sense8’, serie creada por las hermanas Wachowski, Lana y Lilly, y J. Michael Straczynki.
Así es como comienza su discurso en el Desfile del Orgullo Gay de São Paulo ante una multitud colorida y desatada en el sexto capítulo de la recién estrenada segunda temporada.
Una pocas frases sin palabras grandilocuentes pero cargadas de sentimiento y significado que recogen la filosofía de una serie que es un auténtico caleidoscopio de las minorías.
Sus protagonistas no lo han tenido nada fácil en la vida y es al conectar entre ellos psíquicamente cuando esta empieza a cobrar cierto sentido.
Los sensates
Juntos forman un clan de lo que llaman sensates, ocho personas –nacidas en su caso el 8 de agosto de hace 27 años– capaces de conectar sus mentes compartiendo experiencias, habilidades, conocimientos y, sobre todo, emociones.
Ahí, en ese punto, en el de los sentimientos, en el de las emociones, es donde radica la idea más potente de ‘Sense8’ a la hora de soñar con cómo sería un mundo perfecto en el que cada uno pudiese ser quien es sin tener que ocultarse ante el resto, pero sobre todo, sin tener que negarse a sí mismo quién es en realidad.
Porque todo sería más sencillo, más armónico, si el ser humano gozase de la capacidad de empatizar con su vecino desde la cuna como la tiene el homo sensorium.
Esa capacidad para ponerse en la piel del otro y entenderle, comprenderle, de aceptar a cada cual como es. Algo que la mayoría de sensates no encuentra hasta que nace como clan y se conocen entre ellos. Nadie juzga a nadie y se apoyan sin condiciones.
El caleidoscopio de minorías de ‘Sense8’
La elección de los personajes de ‘Sense8’ ha sido elegida milimétricamente por las hermanas Wachowski y Straczynki. Cada uno de los ocho representa, en cierta medida, a una minoría ninguneada, perseguida y oprimida. Cada uno con sus traumas y sus complicadas personalidades fuera de lo que dicta la norma.
Will (Brian J. Smith) es un policía de Chicago obsesionado con un asesinato que lo marcó de niño, que percibía cosas que otros no y con un padre alcohólico. Riley (Tuppence Middleton) es una DJ islandesa que perdió a su familia en un accidente y se muda a Londres huyendo del dolor.
Capheus (Aml Ameen) es un conductor de autobús que vive en una de las zonas más pobres de Nairobi con una madre enferma de SIDA. Sun (Bae Doona), una rica heredera de Corea del Sur a la que su padre nunca dejó ser ella misma y a la que su hermano quiere eliminar.
Lito (Miguel Ángel Silvestre), un mexicano gay y actor que vive de su imagen como sex symbol y héroe de acción en la pantalla. Kala (Tina Desai), una mujer india casada con alguien a quien no quiere en una sociedad donde la mujer tiene poco que decir.
Wolfgang (Max Riemelt), un alemán con cierta tendencia a resolverlo todo por la fuerza y ladrón de cajas fuertes. Nomi (Jamie Clayton), mujer transgénero lesbiana y hacker.
Todos, durante gran parte de su vida, han tenido que fingir ser quien no son. Disimular algún rasgo de su personalidad o una parte de ellos mismos por temor a no ser aceptados.
Algunos aún siguen haciéndolo debido a la persecución a la que son sometidos, por su condición de homo sensorium, pero también por razón de su orientación sexual, clase social, ideológica o sexo.
Mujeres sin capacidad de decisión en una sociedad machista, personas castigadas por su orientación sexual (ya sea por el rechazo familiar, social o laboral), hombres adultos que arrastran traumas infantiles que canalizan de distinta manera, un joven que intenta sobrellevar la pobreza con una sonrisa y sin perder la dignidad…
El miedo a la diferencia, a lo que no se entiende
Como serie con personas con una habilidad especial que es, en ‘Sense8’ no falta la organización ultrasecreta que les persigue. Un clásico del género que encuentra su razón de ser en el miedo irracional a lo diferente. Si no se entiende, lo mejor es exterminarlo. Esa parece ser su única y cerrada línea de pensamiento.
Aquí es la llamada SCB. Su pánico hacia el siguiente salto evolutivo de la especie hace que quiera erradicarlo antes de que se extienda aún más para mantener la supremacía del homo sapiens. No es algo nuevo. El miedo a lo diferente causa estragos en la sociedad desde que el mundo es mundo.
Sin embargo, este, el mundo, sería un lugar mejor con una mayor cantidad de 'homo sensorium'. O si todos tuviesen al menos una pequeña porción de su habilidad para empatizar. Sería más comprensivo y más amigable para todos, diferentes o no.
Porque, ¿quién establece lo que es normal y lo que no? Si algo explora ‘Sense8’, además de la persecución a la diferencia –sea esta del tipo que sea–, el sometimiento de las minorías, la fuerza del grupo y la importancia de la comunicación, es que la empatía es un pilar básico para una sociedad mejor.
En el clan de los protagonistas nadie se parece a nadie. Cada uno proviene de una cultura diferente, con sus propios problemas e historias de vida, pero su capacidad para sentirse como el otro hace que la comprensión sea inmediata.
Sin juicios de valor, sin taras sociales, sin imposiciones. Comprensión en estado puro. Se ve en la ayuda que se prestan mutuamente, en como se complementan, en como se comprenden y no se juzgan aunque no piensen igual. Da igual si es en una escena de lucha, en una conversación o en la cama.
De todo esto las hermanas Wachowski saben mucho y se nota que han plasmado algunas de sus vivencias y sentimientos en ‘Sense8’. Ellas mismas han vivido la incomprensión y los juicios mediáticos y sociales en carne propia en su viaje para pasar de ser Andy y Larry a Lilly y Lana.
No ha sido fácil, como no lo es para ninguno de los sensates, aunque quizá sea el personaje de Nomi el que más les represente, el que más tenga de ellas. A los Nomi, Lito, Sun, Kala, Riley, Will, Wolf y Capheus del mundo y a todos nos iría mejor si fuésemos un poco más sensorium y menos sapiens. La empatía no hace mal a nadie.
Eso es algo que se refleja muy bien en Sense8 hasta el punto de que con un abanico tan amplio de personajes es fácil que el espectador encuentre con quien identificarse mejor, a quien tener un cariño especial.
Aunque se esté más cerca de uno o de otro, lo cierto es que todos son especiales y a todos se les puede llegar a comprender en mayor o menor medida. Ver Sense8 es un ejercicio de empatía continuo.
Aunque, como ocurre también en el mundo de los X-Men y tantos otros universos que se rigen por la misma dinámica, también existen ‘sensorium’ que no buscan la integración y la convivencia, sino imponer su supuesta superioridad.
Pero ese es otro tema.
O quizá no.