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DICTADORES, COMEDIA Y CINE

Las películas que convirtieron a dictadores como Franco, Kim Jong-un o Sadam en personajes de risa

Propongo hablar de dictadores y dictaduras, pero en clave de comedia. La comedia, la risa, el humor, aunque parezca algo contradictorio, ha sido y es algo indisoluble a los dictadores. Ahí van unos ejemplos.

El DictadorAgencias

Empecemos por el mencionado. Manuel Alexandre, Juan Diego, Javier Gutiérrez, 'Franco' ha sido interpretado por multitud de grandes actores. Carlos Areces, por ejemplo, lo ha hecho en tres ocasiones, me alucinó en 'Bikini,' un corto del 2014.

Pero quiero destacar el Caudillo que resucitó Echanove en 'Madregilda'. La película es extraña, onírica, psicoanalítica, teatral. Lo que hace Echanove es un prodigio de mimetismo. El actor juguetea con los tics y tópicos del dictador. Un tipo orondo, graciosillo y algo afeminado lleno de miedos, dudas y complejos que lucha cada día para que no descubran que en realidad se trata de un esperpéntico y ridículo pelele.

Sin movernos de Europa, debería, pero no lo voy a hacer, hablar de Hitler y de 'El gran dictador.' Lo que sí voy a hacer es hablar de 'El dictador,' película que comparte líneas argumentales con la de Chaplin y la tercera colaboración entre el director Larry Charles y Sacha Baron Cohen.

Ambos tienen en común una obra maestra llamada 'Borat.' 'El dictador' no es 'Borat,' Su discurso continúa siendo despiadadamente crítico y gamberro, y el film es diversión pura, pero el trazo es más gordo y el intento de mainstream más pronunciado.

Este Presidente por accidente supuestamente está basado en la novela 'Zabibah and the King,' escrita nada más y nada menos que por Saddam Hussein. Así que podríamos decir, y más sabiendo cómo es Sacha, que el Almirante Haffaz Aladeen es un Saddam encubierto.

“Me gusta la carne humana porque es más blanda y salada”. Estas palabras son obra y gracia de Idi Amin. Un, curiosamente, ex-ayudante de cocina que se apoderó de la República de Uganda y la convirtió en un gigantesco matadero. Durante su mandato murieron alrededor de medio millón de personas.

Era un tipo paranoico, megalómano y antisemita. Un sádico, un torurador y un psicópata genocida sin escrúpulos que, paradójicamente, intentaba aparentar ser alguien afable e incluso divertido y cómico. Se auto proclamó 'El último rey de Escocia,' y ese fue precisamente el título de la película que protagonizó, de manera insuperable, Forest Whitaker. Esta es nuestra excepción de hoy, ya que no estamos hablando una comedia, pero sí de un dictador que poseía un cruel y perturbador sentido del humor que queda reflejado en el film.

De África volamos a Asia. En concreto, hasta Corea Del Norte. Evidentemente ya sabéis de quién toca hablar. Las dictaduras de Kim Jong Il y Kim Jong-un han generado un par de títulos dignos de mención.

Kim Jong padre es el malvado y divertido villano contra el que lucha el 'Team America: La policía del mundo.' Una película de marionetas a lo Jiri Trmka tan incorrecta, ofensiva, mordaz, grosera, hilarante como los son los padres de 'South Park': Trey Parker y Matt Stone. Kim Jong hijo es el malvado y divertido villano que lucha contra James Franco y Seth Rogen en 'La entrevista.' Una comedia gamberra, escatológica, burlesca y amena que no estuvo a la altura del hype mediático y tampoco por encima de la media de algunos films del tándem Franco/Rogen.

Y terminamos nuestro caótico e intercontinental viaje en Latinoamérica. El anfitrión: Woody Allen, la película: 'Bananas.' Woody se mofa de los dictadores, de los totalitarismos y de las Repúblicas bananeras. El estilo de la cinta es deudor de su anterior largo, 'Toma el dinero y corre.' Woody es Fielding Mellish, un enclenque, inseguro y obsesivo muchacho sin mucha suerte con las chicas. Hasta aquí todo normal.

Aparece la chica, Nancy. Pero si quiere estar con ella tendrá que viajar hasta la República de San Marcos, que en realidad es la Cuba revolucionaria. Una región gobernada por Emilio Vargas, que en realidad es Castro. Un dictador absolutamente delirante y absurdo que proclama leyes tan surrealistas como la imposición del sueco como nueva lengua oficial.

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