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“Ni puntita, ni puntota”, que diría una madre

"La puntita nada más": ¿Por qué los hombres se creen que las mujeres somos idiotas en la cama?

En la treintena, todavía me encuentro con hombres que piensan que me tragaré (ejem, ejem) cualquier cosa que me digan mientras mantenemos relaciones sexuales. Ya está bien, queridos.

Recuerdo cuando en el instituto asistí a mis primeras charlas sobre sexo. Y no me refiero a esas que ahora se dan en los centros escolares sobre educación sexual con un profesional en la materia. Estoy hablando de las de patio y bocadillo con todas tus amigas chismorreando sobre ESA adelantada de tu clase que ya había perdido la virginidad.

Por aquel entonces, Canal+ estaba codificado e Internet iba tan lento que hubiese tardado dos semanas en ver un segundo de cualquier película porno. Sin embargo, y a pesar de lo rústico de este sistema educativo improvisado, con dieciséis años aprendí que “antes de llover chispea”, que las enfermedades de transmisión sexual no entienden de “si solo es un momento” y que el condón (si no quería hormonarme) sería mi mejor aliado frente a “no pillar nada” y a un posible embarazo no deseado.

Una década después, escribo estas líneas porque sigo enfrentándome en la cama a situaciones que me llevan a pensar que los hombres todavía creen que pueden hacer con nosotras lo que quieren en la cama. El otro día, sin ir más lejos, conocí a un chico monísimo mientras tomaba unas copas con mis amigas. Era guapo, tenía conversación y parecía estar interesado en mí.

“Vaya, me da que hoy pillo”, me dije mientras me lamentaba por no haberme depilado más a conciencia. Efectivamente, los dos terminamos en su casa dando rienda suelta a nuestra pasión etílica. Besos por aquí, tocamientos por allá… La cosa iba a las mil maravillas hasta que pasó algo que me ha sucedido muchas más veces de las que me gustaría reconocer: intentó metérmela sin condón. Así, sin paños calientes.

Me hizo gracia cómo intentó disimular algo que era más que evidente. Míster Casanova comenzó a merodear con su miembro por la parte interna de mis muslos… “A ver, chaval, que ya sé por dónde vas”, le dije adivinando sus intenciones. Soltó una risita de “me han pillado” y me contestó con lo que yo llamo “la frasecita”: “Venga, la puntita nada más”.

En ese momento me dieron ganas de irme. Me lo estaba pasando de fábula y el chico me ponía muchísimo, pero, ¿en qué momento me dice eso? Quizá sea cosa mía, pero cada vez que algún chico me ha dicho esa frase me han dado ganas de decirle: “¿Pero tú te crees que soy gilipollas?”.

Entiendo que, disculpad mi lenguaje, a todos nos guste “follar a pelo”. Y ahí es cuando llega la otra gran frase masculina en la cama: “Es que con condón se me baja”. Yo no digo que ponerse un condón en el pene sea lo más cómodo del mundo (o igual sí, no tengo uno para comprobarlo).

Efectivamente, la sensación no debe de ser la misma que cuando lo haces ‘sin’ (como la cerveza). ¿O acaso os creéis que las mujeres sentimos lo mismo con y sin? Obviamente no, pero si no quiero estar paseando un carrito de bebé a los nueve meses… Ante esto, muchos hombres me dirán: “Pero si por un mete-saca rápido es imposible quedarse embarazada”. No lo discuto, aunque prefiero no comprobarlo. No obstante, ¿qué pasa con las enfermedades venéreas?

Ah, ya, esperad, que ahora es cuando viene la otra gran “frasecita”: “De verdad que nunca lo hago, pero contigo me apetece un montón”. ¡Claro que sí, amigui! He aquí ese recurso maravilloso de los hombres de hacerte creer que eres especial. No lo soy y no pasa nada, echemos un buen polvo y punto.

Lo que realmente me preocupa es saber por qué lo hacen. Quizá solo sea que en ese momento no les llega la sangre al cerebro, pero os puedo asegurar que yo también estoy ‘on fire’ y sé mantener la cabeza fría como para proteger mi salud. Me inquieta pensar que si sigo escuchando estas frases en la cama es porque muchas mujeres prefieren ceder a estas situaciones antes que vivir una situación terriblemente incómoda.

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