Del fotógrafo y activista Aitor Garmendia
El fotógrafo y activista Aitor Garmendia ha retratado durante dos años el día a día de 16 mataderos españoles para denunciar las condiciones en las que viven y mueren los animales que terminan en el plato.
Un pequeño lechón mira a la cámara con ojos de terror mientras es sostenido en los brazos de un matarife ensangrentado. Una oveja es lanzada por los aires durante la descarga de animales de un camión. Decenas de conejos se apilan en un contenedor junto a la zona de matanza, esperando que llegue su turno.
Son sólo algunas de las impactantes imágenes que el fotógrafo Aitor Garmendia ha tomado en los 16 mataderos españoles que ha recorrido durante dos años, de 2016 a 2018, en un ambicioso trabajo de investigación que acaba de ver la luz. Cerdos, vacas, conejos, ovejas o gallinas desfilan ante su objetivo en una auténtica galería de los horrores con la que Garmendia quiere remover las conciencias sobre la forma en que tratamos a los animales destinados a acabar en el plato.
“Todos sabemos que la carne proviene de un animal al que ha habido que matar. Pero muchos no entendemos lo que eso supone hasta que lo vemos”, explica el fotógrafo en conversación con Tribus Ocultas. “La industria cárnica lo sabe. Por eso invierte cantidades millonarias en propaganda donde muestra animales felices pastando en libertad. Y por eso también fomenta la creación de leyes para perseguir a quienes filman sus abusos en granjas y mataderos, como sucede en EEUU”.
Aunque España no sea EEUU, conseguir las imágenes no ha sido fácil. “He llamado a las puertas de decenas de mataderos”, cuenta el fotógrafo. “En algunos me he ganado la confianza de los gerentes. No puedo dar muchos detalles, pero si hubiera acudido con la intención expresa de mostrar la matanza de animales al público, no me hubiesen permitido la entrada a ninguno”, cuenta.
“Desde la emisión del especial de ‘Salvados’ sobre la industria cárnica los mataderos y las granjas se han vuelto mucho más herméticos. Les va el negocio en ello”, explica Aitor. “No se fían. No quieren cámaras”.
Alfonso Senovilla fue uno de los veterinarios que se puso delante de esas mismas cámaras en aquel programa de Jordi Évole. Lleva diez años trabajando en mataderos, y su visión de los animales ha cambiado, pasando de la indiferencia a la empatía. “Procuro hacer mi trabajo desde un punto de vista profesional y sufrir en casa. Lo que hacemos con los animales es una locura”, cuenta.
Para Senovilla, lo que ha documentado Aitor Garmendia “refleja la realidad de lo que son los mataderos” Y va más allá. “Es importante destacar que son imágenes tomadas a cara descubierta. No sabemos lo que ocurrirá cuando no haya testigos. Probablemente las prácticas serán mucho más brutales”, opina.
Como persona que conoce bien esas prácticas, Senovilla confirma que en las imágenes se ven “múltiples incumplimientos legislativos, empezando por los métodos de aturdimiento, que se aplican de manera incorrecta” provocando un mayor sufrimiento en los animales. “Más allá de esto, los sistemas de aturdimiento tampoco son la panacea: todos provocan sufrimiento, incluso aplicándolos bien y legalmente”. Y pone un ejemplo que no tiene que ver con la muerte, sino con la vida: “Legalmente un cerdo tiene 0,65 m de espacio. Esas son las condiciones en las que viven”.
Como activista que lleva años denunciando las condiciones en las que viven los animales, y a pesar de lo impactante de sus fotografías, nada de lo que se ha encontrado ha sorprendido a Aitor. “Conozco la violencia que esconden estos lugares y cada vez más está más expuesta al público gracias a las investigaciones encubiertas llevadas a cabo en todo el mundo”.
En opinión de Garmendia, la falta de información sobre lo que ocurre en los mataderos es total. Y va a peor. “Cada vez están más blindados a la vista del público obstruyendo así el derecho de acceso a la información”, denuncia Aitor. “Hasta los mataderos que pertenecen al gobierno prohiben también el acceso a la prensa. Existe un interés claro en mantenernos desinformados. Con esta investigación pretendo aportar algo de luz”.
Dado que se trata de una persona concienciada en este aspecto (Aitor es vegano desde hace 20 años), surge inevitablemente una pregunta: ¿cómo se aguanta el tipo ante el horror que uno está presenciando mientras sostiene la cámara? “Es una pregunta que yo mismo me hago. ¿Cómo aguanto todo esto? La verdad, no lo sé”, reconoce. “Lo hago porque creo que tengo la responsabilidad de hacerlo. Vengo muy afectado de cada trabajo, pero es un precio que asumí pagar cuando empecé en esto. Nada es gratis en el actual estado de las cosas”.
Sus imágenes sí lo son: Aitor Garmendia pone a disposición de quien lo solicite todo el material gráfico obtenido de forma completamente gratuita a través de su web, traslosmuros.com. “Mi único objetivo con este trabajo es aportar luz sobre esta realidad”, concluye.