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¿ES LA AUTOAYUDA UN TIMO QUE ENGRASA LA SOCIEDAD NEOLIBERAL?

Del timo de los manuales de autoayuda a la moda de los libros de antiayuda

Leyes universales, lenguajes sencillos, mantras eternamente repetidos, culpabilización del individuo y miopía ante la circunstancias externas, pueril optimismo a viento y marea y falta de crítica a las condiciones sociales, son algunas de las características del género de autoayuda que tan bien encaja con el modelo social que propone el capitalismo neoliberal. Recuerda: sonríe, persigue tus sueños y el Universo conspirará para que se hagan realidad.

Libros de ciencia mezclados con manuales de autoayuda @kurioso

Decía un chiste que circulaba por la red que no se deberían llamar libros de autoayuda, porque se necesita un libro (la verdadera "autoayuda" te la darías tú a ti mismo, sin necesidad de ninguna otra cosa). Más allá de los chistes, la autoayuda es una industria en continua mutación consumida por notorios sectores de la población. Y es muy criticada: por no conseguir sus objetivos, por ofrecer una visión individualista y acrítica del mundo, o, directamente, por mentir. Son esas doctrinas que te animan a pensar positivamente contra viento y marea, a no tener miedo al éxito, a perseguir tus sueños saliendo de tu zona de confort, con lo que cuesta conseguir entrar en el confort.

"Existen muchos tipos de libros de autoayuda, pero todos tienen algo en común: van dirigidos a que la persona consiga una serie de objetivos a nivel emocional o psicológico, siempre relacionados con el bienestar", explica el psicólogo Eparquio Delgado, autor del libro 'Los libros de la autoayuda, ¡vaya timo!' (Laetoli) "Son libros que llaman a la acción, pero muchas veces lo que se propone no tiene ninguna base: no está demostrado que funcione o que, al menos, funcione la mayor parte de las veces".

Su historia es larga: entre sus clásicos se encuentran 'Cómo hacer amigos e influir sobre las personas', de Dale Carnegie, publicado en 1936, o 'Piense y hágase rico', publicado al año siguiente por Napoleon Hill, que llegó a ser asesor de los presidentes estadounidenses Woodrow Wilson o Franklin D. Rooselvet.

El género no solo tiene una versión que entra dentro de lo literario, del "cuento sanador", sino ambién los dedicados al mundo de la economía y la empresa como '¿Quién se ha llevado mi queso', de Ken Blanchard y Spencer Johnson. Un simple repaso por los anaqueles de cualquier librería aporta títulos tan sugerentes como 'Las siete leyes espirituales del éxito', de Deepak Chopra, 'El caballero de la armadura oxidada', de Robert Fish, 'Tus zonas erróneas', de Walter W. Dyer o 'Ámate a ti mismo: cambiarás tu vida', de Louise L. Hay, entre muchos otros.

"Uno de los problemas es que estos manuales dan soluciones muy generales", dice Delgado, "cuando las más eficaces terapias psicológicas de las que disponemos están necesariamente personalizadas para adaptarlas al contexto de cada persona. Normalmente no hay dos personas que tengan que hacer lo mismo ante el mismo problema".

El hecho de que, por definición, estos libros animen a ayudarse a uno mismo también apuntan en la dirección del individualismo rampante que propugna el actual capitalismo neoliberal: que cada cual se saque las castañas del fuego, sin ayuda.

Pero el gran éxito del s. XXI es, sin lugar a dudas, 'El Secreto', de Rhonda Byrne. El citado "secreto" es que usted puede conseguir lo que se proponga, según la Ley de Atracción, basta con visualizarlo con la suficiente fuerza. Según Byrne podemos conseguir un millón de dólares, un ferrari rojo o una parrillada con solo nuestro poder de atracción.

Como denuncia la escritora Barbara Ehrenreich en su ya clásico 'Sonríe o muere' (Turner) los libros de autoayuda difunden un pensamiento positivo ilusorio, muy apropiado para el tipo de mundo en el que nos movemos, y que culpabiliza de forma flagrante a la víctima.

Por ejemplo, los enfermos de cáncer son luchadores que pierden o ganan una batalla contra la dura enfermedad. El optimismo radical y sin base pudo colaborar a la llegada de la crisis económica, según señala Ehrenreich, a no querer ver la debacle que se avecinaba: quien lo hacía era tachado de gafe y hasta era despedido. Pero da igual: el despido es una oportunidad para reinventarse y probar cosas nuevas. Da la impresión de que no hay nada malo en el mundo y de que todo está en solo nuestra mente, cosa muy útil para el mantenimiento del statu quo.

En 'La ciencia de la felicidad' (Malpaso), William Davies ahonda en la invasión por parte del pensamiento positivo de todos los ámbitos de la vida (incluso en las élites políticas y económicas), y los procesos por los cuales esta forma de pensar carga todas la culpas sobre el individuo y no tiene nunca en cuenta su contexto: "Suele decirse que la depresión es la 'ira vuelta hacia el interior'. En muchos sentidos, la ciencia de la felicidad es una 'crítica vuelta hacia el interior', por mucho que los psicólogos de lo positivo nos exhorten a 'darnos cuenta' del mundo que nos rodea. La incesante fascinación por las cantidades de sentimiento subjetivo tan sólo puede distraer nuestra atención crítica de los problemas políticos y económicos de carácter más amplio".

Es decir, el ensimismamiento que propone la autoayuda y el pensamiento positivo nos convierte en ciudadanos acríticos, dóciles, desinformados.

No es todo: "Los libros de autoayuda pueden ser problemáticos por varias razones: pueden generar cierto alivio y que te acurruques en ese alivio, pero sin resolver el problema real", afirma Delgado, "así se da con frecuencia el caso de personas que consumen libros de autoayuda como churros, buscando una y otra vez el bienestar, sin éxito. Otro problema que presentan solo algunos de estos libros es que puedan llevar a la formación o ingreso en organizaciones de tipo sectario".

La última moda son los llamados libros de "antiayuda", que vienen a criticar la autoayuda aunque a veces caigan en los mismos vicios o formatos. Uno de ellos es 'Stand firm', del psicólogo danés Svend Brinkmann. En su obra, Brinkmann expone cómo la industria de la autoayuda genera frustración al no alcanzar el tan deseado "crecimiento personal" e infantiliza a los adultos haciéndoles centrarse en los propios sentimientos y emociones sin importar las consecuencias, lo que puede llevar incluso a comportamientos antisociales.

Eparquio Delgado ejemplifica el asunto con esos libros que nos recomiendan sacar a las "personas tóxicas" de nuestras vidas. "¿Y si una de esas personas tóxicas es mi padre?", se pregunta el psicólogo, "quizás lo que tenga que hacer no sea sacar a las personas tóxicas sino tratar de resolver los conflictos".

Otra crítica común sobre la autoayuda es su baja calidad literaria, muchas veces los libros consisten en una lista de recetas o algoritmos para la alcanzar felicidad, sea eso que sea ('El método tal', 'Los siete pasos para cual'). Hay quien dice que las mejores enseñanzas para la vida se pueden obtener de la literatura como Dios manda, solo con un poquito más de esfuerzo lector. Es el caso del 'Manual de remedios literarios' (Siruela), de Ella Berthoud y Susan Elderkin.

Creen que leer historias profundas con las que podamos identificarnos nos puede traer un alivio más efectivo. Por ejemplo, 'Alta fidelidad' de Nick Hornby para una ruptura sentimental, 'El hombre que plantaba árboles' de Jean Giono para combatir el estrés, o 'Cien años de soledad' de Gabriel García Márquez para hacer más llevadero el miedo a la muerte.

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