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El acto de mentir supone ofrecer, como mínimo, información parcialmente falsa. Esto es lo que provoca las distintas tonalidades de las mentiras: azules, blancas y negras. ¿En qué se diferencian?
Existen muchos tipos de mentiras, ya sean con buenas o malas intenciones. En muchas ocasiones, al tratar de no dañar a la persona con la que hablamos, se pinta la realidad para darle un aspecto más agradable al destinatario. Sin embargo, no deja de ser eso, una alteración de la verdad para aportar información que no es real.
Si bien el acto de mentir supone ofrecer, como mínimo, información parcialmente falsa, esta no siempre llega con intención de exagerar los actos o manipular a quien las oye, sino que son relatadas en el intento de producir el menor daño. Esto es lo que provoca las distintas tonalidades de las mentiras: azules, blancas y negras. ¿En qué se diferencian?
Las mentiras blancas son aquellas que se hacen con buenas intenciones, en un intento de no dañar a la otra persona. Conocidas como mentirijillas o mentiras piadosas, se relacionan en mayor parte con la empatía debido a su intención de evitar el daño.
Las mentiras azules son aquellas que se encuentran a medio camino entre el bien y el mal. Estas son engaños que expresamos con intención de obtener algún tipo de beneficio para un grupo mientras se daña a otros. Evaluar este tipo de mentiras es complejo ya que varía en función de nuestra perspectiva.
Las mentiras negras se encuentran en el peor punto. Se tratan de mentiras dichas para conseguir un beneficio propio haciendo daño a otras personas. El único beneficiado es aquella persona que dice la mentira, siendo el egoísmo el rasgo más asociado.
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