FROTA, FROTA
La tuitera y neurobióloga Conchi Lillo se ha hecho viral tras compartir la razón por la que no deberíamos frotarnos los ojos con tanta asiduidad e intensidad como lo hacemos. Teniendo en cuenta que está especializada en patologías de la retina, puede que haya que hacer caso de su consejo.
Frotarse los ojos es una costumbre muy habitual cuando uno siente que los tiene irritados, y es especialmente común entre las personas que acostumbran a pasar muchas horas al día frente a una pantalla, por la reducción de la frecuencia de pestañeo. La neurobióloga Conchi Lillo se ha servido de su popularidad en Twitter para avisar de los peligros de este gesto tan aparentemente inocente, y con ello ha generado un nuevo pequeño trauma en muchas de las personas que se han cruzado con esta información.
A pesar de que el párpado cubra nuestros ojos cuando los frotamos, la presión que ejercemos a veces con nuestros dedos puede provocar daños en una zona tan sensible como esta. El queratocono es una de las consecuencias más habituales entre los que abusan de esta presión repetida en la córnea de sus ojos. Por supuesto, esta no es la única circunstancia que contribuye al desarrollo de esta condición, pero sí que ha quedado demostrado que aumenta el riesgo de padecerla. Por ejemplo, se ha observado que en áreas geográficas en las que el polvo en el aire es habitual, también suceden más casos de esta patología.
Según ha explicado Conchi Lillo, las personas que desarrollan queratocono en uno de sus ojos o en ambos ven de forma más borrosa y tienen una sensibilidad mayor a las luces brillantes. Para evitar que se desarrolle, es importante cuidar de la salud de nuestros ojos y remediar la irritación con productos que los hidraten y limpien, y no con la fricción de nuestros dedos. No hay que volverse hipocondríaco: puedes rascarte el ojo de vez en cuando y no pasará nada. Pero si notas que es un gesto que haces de forma habitual, tal vez debas ser más consciente y evitarlo en la medida de lo posible.