LOS GOLPECITOS
Golpear cosas para que se arreglan es una tradición tan antigua como las cosas en sí. Este método parece algo tan ilógico como lo era el soplar los cartuchos de videoconsolas para que funcionasen, pero existe una lógica detrás que avala cierto tratamiento percusivo de vez en cuando.
Seguro que te ha pasado. Estás con una televisión, una radio, un ordenador, una consola… básicamente cualquier cacharro electrónico de entretenimiento. Deja de funcionar de sopetón, sin que esté clara la causa aparente. Por tu mente pueden pasar miles de soluciones pero, al final, solo existe una que realices: le pegas un golpe al cacharro. Por un lado, es fruto de la violencia unida al enfado por no poder simplemente relajarte y disfrutar de lo que te apetecía. Pero, por otro, hay razones de peso para, al menos, intentarlo a golpes. No eres solo tú, es todo el mundo, y esta es la explicación.
Básicamente depende del tipo de cacharro al que estemos golpeando. Por ejemplo, si el equipo utiliza un sistema de ventilación con aspas, es bastante probable que se acumulen tanto el polvo como la humedad, lo que provoca atascos. Un golpe bien dado puede desatascar de forma temporal, permitiendo la puesta en marcha sin mayor problema. No obstante, es necesario entender que la suciedad permanece, por lo que una limpieza a fondo seguirá siendo necesaria para arreglar la situación por completo.
En lo referido a sistemas con engranajes y pistones, la fricción puede acabar creando pequeños baches y socavones, fisuras en el sistema que provocan, una vez más, atascos. Un golpe puede recolocarlo, pero como el daño es permanente, el problema volverá. Si miramos a aparatos electrónicos, las causas de un fallo pueden estar en componentes sueltos o soldaduras fallidas. Un golpe puede recuperar una conexión de un cable suelto o recolocar un componente que no está en su sitio.
Por tanto, el resumen es que todo cacharro que se arregla de forma temporal con un golpe sufre de un problema de conexión y/o atasco que no es grave, pero que requerirá de un arreglo real para su bienestar a largo plazo. Un golpe te puede sacar de un apuro, como le pasó a la NASA con un robot una vez, pero la violencia no es la solución definitiva. Es solo un remedio a corto plazo.