DISCAZO
Dellafuente, uno de los artistas más en forma de nuestro país, está de vuelta con un disco muy especial.
Parece que fue ayer cuando escuchamos por primera vez el nombre de Dellafuente. Sin embargo, ya ha pasado nada más y nada menos que una década desde que pudimos escuchar las primeras canciones del granadino. Imaginad cómo de rápido ha pasado el tiempo que Azulejos de corales, el estreno de Della en formato largo, fue lanzado en 2015. Ahora, para suerte de todos sus fans, Dellafuente está de regreso con Torii Yama.
En este disco, anticipado con aquella presentación que el granadino hizo hace unas semanas en Conde Duque, el artista sigue apostando por lo que él denomina como música folklórica atemporal. Así pues, nos encontramos con muchos de los sonidos y texturas con los que Dellafuente ha moldeado su pasado —reggaetón, electrónica, flamenco, rap—, aunque aparecen aquí con una nueva dimensión, con un espíritu renovado, más maduro, más profundo. Y es que con cada nuevo lanzamiento, pareciera como si Dellafuente cavase un poco más hondo cada vez, acercándose al núcleo, a lo esencial. ¿Al núcleo de qué? Solo él lo sabe y nuestro papel como oyentes es, simplemente, acompañarle en esa búsqueda.
A nivel lírico, nos encontramos frente a uno de los mejores trabajos de Dellafuente, lo cual es mucho —pero mucho— decir. A lo largo de los 10 tracks que componen el disco, el de Ansia Viva despliega todo su arsenal con algunos de sus colaboradores habituales en la producción y con tres colaboraciones de primer nivel: Lia Kali, Amore y Judeline. Tres figuras a las que, no cabe duda, tenemos que seguir muy de cerca.
Hace unos días, el propio Dellafuente compartió en redes sociales el siguiente mensaje: "Siento que vengo de un largo camino donde cada vez estoy más cerca de encontrarme conmigo. Todo cambia y me encanta esta sensación de sentirme empezando. Ya son 10 años de viaje. Y lo mejor de cada viaje, siempre, es volver a casa". Difícilmente se puede resumir mejor lo que Torii Yama persigue. Escucha imprescindible.