HECHO EN TIEMPOS DE PAZ
El grupo murciano se consolida como una de las grandes bandas del pop rock español con un efectivo disco diseñado para ser coreado en festivales y llenar estadios al más puro estilo Coldplay.
Los murcianos-suecos están de vuelta con su quinto disco de estudio, Hecho en tiempos de paz, con el que completan su viaje hacia el pop-rock mainstream.
El grupo formado por Rafa Val (voz), Jess Fabric (bajo), Alberto Cantúa (guitarra) y Fernando Campillo (batería) lleva creciendo desde sus orígenes en 2014, al calor del momento más álgido —y ya algo agotado— de la etiqueta de indie español.
Su anterior trabajo, El amor de la clase que sea, fue todo un cañonazo lleno de canciones pegadizas y coreables que los llevó a llenar arenas, ser cabezas de cartel en todos los festivales y superar la barrera del millón de oyentes mensuales en Spotify.
De la mano de Universal Music pasaron de ser una banda indie a convertirse en una gran banda de pop-rock para todos los públicos, y lo hicieron con nota alta. Ahora, ese viaje al mainstream iniciado durante la pandemia culmina con su nuevo disco, que solo dejará de ser número uno en España si Taylor Swift lo impide.
Tras un par de escuchas completas, las conclusiones son claras: Rafa y compañía saben hacer canciones pegadizas, y este disco confirma su proceso de transformación en los Coldplay españoles.
Ahora mismo no se me ocurre ningún grupo nacional con canciones más coreables, diseñadas para encender un festival, poner en pie el Movistar Arena o agitar estadios, que Viva Suecia. Quizás sus "hermanos pequeños", Siloé —con quienes colaboran en Sangre—, sean los que más acertadamente siguen su estela.
Canciones como Mala Prensa, Querer o Dolor y gloria tienen estribillos de los que no puedes escapar, sintetizadores infecciosos, uos que harán las delicias del público y toques de saxofón ochenteros que, personalmente, no terminan de convencerme.
Las guitarras incisivas de Cantúa en los tres primeros discos están aquí más escondidas, envueltas en un sonido más grandioso. Claramente han "empezado a hacer las cosas bien" en terminos de éxito y los frutos están ahí: se podría discutir si son, ahora mismo, la banda de pop-rock número uno del país, con el permiso de sus paisanos de Arde Bogotá.
Me ha gustado el cierre junto a Samuraï en Melancolía, pero esa intensa balada de cuatro minutos pedía a gritos algo más arriesgado: crecer hasta los seis o siete minutos con un final psicodélico, a lo Tame Impala. Pero todo el disco mantiene ese toque de canciones a lo Coldplay, de dos a cuatro minutos raspados.
Leyendo esta crítica podría parecer que no me ha gustado el álbum, pero es todo lo contrario: me gusta, igual que me gustan cosas de Coldplay, Imagine Dragons o The Killers. Simplemente lo escucho, lo disfruto y lo analizo como lo que para mí es: un disco que no me cambiará la vida, pero quee ¿Era eso lo que pretendían con este disco de paz… que curiosamente está hecho en tiempos de guerra?