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Astarté, la diosa que hizo la competencia a Dios según la Biblia

Diostuitero nos habla de la diosa fenicia-cananea de origen mesopotámico conocida como Astarte que aparece mencionada en la biblia como Astaroth. ¿Qué tiene que ver con Artemisa, Afrodita o la Virgen María?

Cuadro de Astarte obra de Dante Gabriel RossettiWikipedia / Dominio Público

La Biblia es la historia de un Dios masculino que crea a un hombre a su imagen y semejanza y luego él mismo baja a la tierra también en forma de hombre.

A lo largo de las páginas del texto sagrado, ese Dios, Yaveh, se muestra todo el tiempo muy celoso y cabreado porque muchas veces su Pueblo Elegido prefería adorar otros dioses, pero sobre todo a una deidad femenina muy popular en aquellos tiempos, Astarté, diosa cananea de la fertilidad, el amor, el sexo, la guerra y la caza.

El profeta Jeremías y otros machirulos constantemente lanzaron sus invectivas contra Astarté, sin mucho éxito, como recoge la Biblia, porque el pueblo hebreo era fan de la diosa, y una y otra vez volvía a su culto.

La reina Jezabel, por ejemplo, es tratada en la Biblia como una villana por adorarla.

Astarté era la esposa de Baal, otro Dios muy popular, y cuando su veneración llegó a Egipto allí se convirtió en la mujer de Set.

Aunque casada, Astarté era una diosa de lo más empoderada, y a menudo se la representa con carros y caballos, como una hermosa mujer desnuda, con alas y cuernos, y uno de sus atributos es el león, símbolo de la fuerza y la fiereza.

Era conocida como "reina de los cielos" ( expresión que luego la Iglesia hizo suya para la Virgen María), otro de sus símbolos era la paloma ( como el Espíritu Santo) y se cree que fue la base para la creación de las diosas griegas Artemisa y Afrodita.

Su culto se realizaba a través de la prostitución sagrada y libaciones de agua y vino, con lo que era de todo menos aburrido.

En su época era más popular que Shakira. Traída a Hispania por la colonización fenicia alrededor del siglo viii a. C., Astarté llegó a ser posiblemente la diosa más icónica del mundo íbero.

Para acabar con ella, la Iglesia la convirtió en un demonio, con el nombre de Astarot, con lo que podemos decir que estamos ante un caso caso donde el cristianismo se apuntó al fenómeno trans, aunque fuera por fastidiar.

Interesante, ¿no?

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